Hace unas semanas salió un interesante reportaje en la revista dominical del diario "El País"  sobre el día a día de un joven vaquero zamorano en unos montes donde habitan varias manadas de lobos. Su modelo de "prevención de daños" a través de un escuadrón de mastines entrenados se ha convertido en un "modelo a imitar en otras regiones".
Trasncribo un extracto del artículo: "para cuidar a las vacas tiene otra clase de canes, una herramienta de 
disuasión poderosa: una docena de mastines con mandíbulas como tenazas y
 el cuello blindado con collares de pinchos que les protegen la garganta
 de cualquier mordedura. Fernando le agarra a uno el hocico y el animal,
 dócil con su amo, deja que le levante los belfos para que quede a la 
vista su dentadura feroz. Unos dientes bestiales que contrastan con el 
carácter bondadoso de estos perros grandullones. Pero Fernando advierte:
 “Pueden ser tan buenos como brutales. Lo mismo son capaces de llenarle 
la cara de besos a un niño que de enfrentarse a dentelladas con dos o 
tres lobos”. Mastines con nombres como Pantera, Extremeña o Puigdemont
 Es el único joven que se ha quedado en su aldea, Cerdillo de Sanabria, 
donde solo viven ya otras tres personas: su padre, su madre y su tía. 
Durante dos años residió en Zamora, donde se sacó el título de técnico 
en Agricultura Ecológica, pero la vida en aquella ciudad no lo sedujo: 
“Yo no estoy hecho para tanta gente, tanto coche, tanto edificio, que no
 ves por ningún lado el campo ni las montañas. Yo soy de pueblo, y 
añoraba mi mundo, mis perros, el aire puro”
 Fernando es un modelo de armonización de la ganadería extensiva con la 
conservación del lobo, de cómo centrarse en prevenir con eficacia los 
daños que causa el depredador en vez de anhelar su desaparición(...) "al lobo no te 
lo van a matar porque a ti te venga en gana. Es mejor entender que no se
 va a ir, buscar la manera de asegurar tu ganado e incluso aliarte con 
él como motor de turismo”. Su próximo proyecto es abrir una granja 
escuela. Para enseñarle a los niños posmileniales de ciudad qué es una 
oveja, qué es una gallina, qué es una vaca y, el plato fuerte, qué es 
eso tan misterioso del lobo: cómo vive, cómo caza, cómo se cohabita con 
él. 
Aunque aquí solo he recopilado tres parrafos, recomiendo su lectura integra que nos deja una valiosa lección: El lobo es una especie protegida por la UE y por tanto, sus dominios se van ampliando al tiempo que las zonas rurales cada vez están más despobladas. Al igual que ha ocurrio con las cabras montesas, pronto volverá al Moncayo y en vez de ignorar la realidad o lanzar propuestas inverosimiles aireadas por el Heraldo, hay que buscar soluciones tomando como modelo aquellos territorios donde el lobo nunca se fue y con el que conviven desde siempre: Más ayudas (valorando el valor ecológico y social de la ganadería) y más visión de futuro a través de diversificación económica en donde el turismo de naturaleza que genera el lobo sea pieza angular. De momento nada se está haciendo. Y así nos va en esta tierra que es Aragón.  



