Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

viernes, 28 de junio de 2019

Presentación del libro "El Moncayo" de Eduardo Viñuales y Roberto del Val

Este pasado domingo en el incomparable marco del monasterio de Veruela se presentó el libro de Roberto del Val y Eduardo Viñuales, "El Moncayo", obra imprescindible para los amantes de esta montaña.

Cotinuando la línea emprendida en otros enclaves de nuestro sistema ibérico, desde los Ojos de Pontil de Rueda y Lumpiaque a la laguna de Gallocanta pasando por la Sierra de Algairén, escenario de nuestras salidas montañeras de la adolescencia, el libro constituye una obra coral que abarca infinidad de temas y en donde la fotografía es la gran protagonistas, con algunas instantaneas sencillamente alucinantes.

Ante la calidad de textos e imagenes, me siento abrumado al ser uno de los colaboradores del libro, en mi faceta de historiador, explicando muy brevemente algunos de los monumentos históricos de la denominada "Cara Oculta del Moncayo", remontando los pueblos del valle del Isuela para terminar en la medieval villa de Ágreda, ya en Soria.

Ello unido a algunas fotografías, tanto de naturaleza, como la cópula de víboras que vimos en la romería que hicimos  junto al Padre Francisco hasta el santuario del Moncayo desde Purujosa y de cuyos 50 Kilómetros aun nos acordamos, cómo de Purujosa y su entorno, el cual me alegro de llevar divulgando más de 10 años a través de este blog.
Barranco de Matarranas otoñal (Purujosa)
En la presentación no pudimos saludar a Roberto y Eduardo, pero fue un placer tener conversaciones moncainas a la sombra del claustro cisterciense con conocidos como David de Talamantes. Ahora este libro ya descansa junto a sus hermanos junto al hogar de Purujosa, para dar calidez a las frías veladas invernales de la cara oculta del Moncayo.

miércoles, 26 de junio de 2019

Fiestas de la Virgen de Constantín 2019

El sábado, ante la dolencia de lumbago de nuestro ermitaño, la romería pasó a ser actividad senderista. Unos cuantos, a pesar de no poder acompañar al padre Francisco, decidimos seguir subiendo a la ermita de San Cristóbal por el viejo sendero. Algunos hasta lo hicieron andando desde la propia localidad de Purujosa. Para otras jóvenes senderistas era su primera vez, incluso alguna se durmió en la mochila portabebes de su papá. Arriba compartimos pastas y moscatel.

Lo cierto es que el día acompañó y pudimos disfrutar del excelente rancho y hasta la corta del Mayo fue divertida, sustituyendo este año los tradicionales chopos por un espigado y recto pino que hace la misma función.


Luego ya vinieron las tracas, las jotas y como no, los gozos a la Virgen de Constantín.