Hace
unos días debatía con una amiga en torno al terrible cliché de “todos los
políticos son iguales”. Yo le rebatía que eso no es cierto, que no se puede
comparar la coherencia moral de Julio Anguita con la traición de clase de
Felipe González, la postura social del añorado Labordeta con las tesis
defendidas por la derecha del Partido Popular. Igualmente, le expliqué que la
presencia de CHA en el Parlamento posibilitaba que se debatiera en torno a cuestiones
territoriales que nos afectan de manera directa. Precisamente, leyendo el
periódico, ratifiqué mi argumento:
El
pasado viernes 26 de abril la prensa se hacía eco del debate parlamentario en
las Cortes de España en torno a la mina de Borobia. Allí se explicaba que ante
la iniciativa presentada en el Congreso por Chesús Yuste (CHA) a través del
grupo de izquierda plural, el PP, PSOE y UPD rechazaron sumarse para frenar la
mina de Borobia por sus afecciones socio-medioambientales.
La
hipocresía del PP y PSOE alcanzó cotas vergonzosas porque ambos partidos si
apoyaron en las Cortes de Aragón una iniciativa contra la mina. El cinismo
llevado a su máxima expresión. ¿Por qué aquí se simula defender el territorio
mientras se venden a la disciplina de voto para dinamitarlo desde Madrid?
El
pensamiento crítico debe llevarnos al cuestionamiento de todas las ortodoxias,
pero también a rebatir los análisis simplistas. A aquellos que dicen que todos
los partidos son iguales yo les respondo con este ejemplo práctico: En mis
montañas hay un proyecto que puede suponer la ruina de muchos pueblos vecinos.
En las movilizaciones contra la misma solo he visto representantes de CHA e IU,
junto a sindicatos, asociaciones conservacionistas, etc. Además, para mayor
escarnio, los galantes del bipartidismo y el status quo, PSOE-PP, traicionan su
voto en Aragón en Madrid. La mayoría de la gente no conocerá esta historia y
los que la leyeron, la habrán olvidado en las próximas elecciones. Yo no.