Ni los más viejos del lugar recordaban la imagen de la Virgen de la Leche. Por ejemplo, Juan Francisco con 69 años comentaba que él siempre había visto el Pilón sin imagen pero que su abuelo le contaba que cuando los jóvenes iban a quintar o a guerras, como la de Cuba, ponían una vela en este peirón para rogar protección a la Virgen.
El Pilón de la virgen de la Leche se encuentra en un cruce de caminos, a la salida de Purujosa, en la intersección de los barrancos de Cuartún y de la Virgen, a la orilla del sendero a Tarazona, principal vía de comunicación antes de la llegada de la carretera. Hacia años que queríamos restaurarlo. No en vano, pese de su estado ruinoso y entre zarzas, era el único peirón que conservaba la localidad, a pesar de que el Pilón de San Ramón había permanecido cuidado y con imagen hasta fechas relativamente próximas. Sus increíbles proporciones y su ubicación sobre una peña hacia que llamase la atención del caminante que se adentra en estas sendas de la cara Oculta del Moncayo. Y la imagen de abandono que transmitía, no era representativa del proceso de recuperación que ha vivido el pueblo.
Había que rescatarlo del olvido, aunque esto no fuera tarea fácil dado su difícil acceso, alejado de los puntos hasta donde podía acceder los vehículos. A veces se añora la presencia de caballerías, antes tan abundantes en los pueblos, único medio de transporte valido en estas montañas. Sin embargo, al igual que cuando se restauró la morada del ermitaño, se hizo un llamamiento popular en pos de la colaboración colectiva. Nuevamente, se iniciaba una obra a vecinal, como en los viejos tiempos. Hasta 20 personas nos reunimos este sábado para bajar al Pilón todo el material necesario (andamios, cemento, agua, tablones, etc.) No tendríamos mulos ni burros, pero nos sobraba voluntad. A pesar de que yo era el único menor de 40 años y muchos de los presentes llevaban muchos años en la edad de jubilación, todos contribuimos en la medida de nuestras posibilidades, cribando la arena del barranco, cortando zarzas, masando cemento, buscando piedras, llevando material, etc.. Fernando y Santiago, albañiles como lo fuera su padre, antiguo alcalde, él cual estaría orgulloso de ver como tras su muerte el pueblo sigue adelante, se afanaban en que la cruz, la cual fue donada gratuitamente por el herrero de Chodes, al igual que la placa, quedara centrada. Mariano el Alcalde arrejuntaba las piedras y las cepillaba con esmero.
El día calentaba y en el almuerzo a media mañana hubo que rellenar la bota de vino varias veces. Las inmensas proporciones del Peirón con 1´2 metros de lado por 4´3 de altura, hizo que el trabajo se prolongase más de lo previsto, gastando 7 sacos de cemento y muchas carretilladas de arena. Sin embargo, a media tarde llegó el momento más esperado, la colocación de las placas cerámicas que reproducen la imagen románica de la Gruta de Breccio en Italia. El trabajo estaba finalizado.
Luego, por la tarde, asomado desde lo alto del barranco vi como el Padre Francisco se acercaba a ver la obra que habíamos hecho y pasaba mucho tiempo orando. Al día siguiente, las campanas de la Iglesia, tras 6 meses de silencio volvían a repicar y esta vez no solo para llamar a misa sino para anunciar que el regreso de nuestro ermitaño desde Jerusalén ha coincidido con la restauración del Pilón de la Leche.