La fortuna ha querido que en mi periplo por institutos turolenses haya coincidido con maravillosos compañeros y también con grandes maestros. Uno de ellos es Chabier de Jaime, el que fuera director del IES Valle del Jiloca de Calamocha. Miembro destacado del Instituto de Estudios del Jiloca, reputado naturalista, divulgador ambiental, hoy Chabier afronta el reto de gestionar el futuro Parque Cultural del Chopo Cabecero, un proyecto del que es alma mater. ¡Mucha suerte director!
Chabier es el coordinador del interensantisimo blog Natura Xilocae, una revista digital de observación, estudio y conservación de la naturaleza, focalizada en el sistema ibérico. Entre sus abundantes publicaciones he querido rescatar una titulada: La dehesa de Ciria, donde realiza un recorrido por ese bosque tan singular y desconocido de la cara oculta del Moncayo. Iremos entresacando sus propias reflexiones entrecomilladas: "Viejos quejigos trasmochos salpicados de sabinas albares. Son imponentes, preciosos."
Muy cerca la laguna de Borobia: "una densa masa de vegetación palustre(carrizo, anea y diversos juncos) (...) el panel indicaba su papel en la migración de las aves acuáticas (...) Uno de los valores ecológicos más relevantes son las comunidades de
plantas acuáticas que alberga esta laguna, junto con la vecina de Ciria
(algo menor), que hacen de ellas importantes humedales en cuanto a su
conservación."
Y tras la visita a la laguna se acercan a la que estos naturalistas califican como "una de las joyas de la naturaleza soriana: el sabinar de Ciria y Borobia." Un espacio declarado LIC (Lugar de Interés comunitario).
"Los bosques abiertos son unas de las comunidades forestales más
singulares de Europa y, por supuesto, de la península Ibérica a pesar de
no gozar del reconocimiento que el público ofrece a otros bosques, como
ocurre con los pinares de montaña o los de frondosas como los hayedos o
robledales. Son bosques ganaderos, bosques donde la impronta de la
cultura trashumante dejó su sello. (...) Estos paisajes han sido cincelados por el diente de la oveja y la mano
de las personas. Son, pues, históricos paisajes culturales."
"Estos quejigos han sido manejados por el ser humano. No tenemos muchos
datos. Posiblemente hayan ofrecido leña para los hogares y, tal vez,
ramas para hacer carbón vegetal en el pasado. lo que sí que parece
claro, es que se trataba de una dehesa en la que se aprovecharía las
ramas bajeras para ramón, las bellotas en el suelo y los pastos bajo
árbol y en zonas abiertas. Las cicatrices de desmoche eran evidentes.
Ahora bien, estos árboles no habrán sido podados desde hace más de
cuarenta años."
"Los robles trasmochos necesitan mantener el turno de poda para que el
árbol funcione bien. Tras el desmoche, conocido en alguno pueblos
sorianos como escimo, el árbol recupera la juventud. Las ramas tienen
espacio y luz, creciendo con brío. cuando comienzan a sombrearse unas a
otras y la relación entre tejidos fotosintéticos/tejidos no productivos
comienza a declinar, cada rama, que funciona como un ejemplar en sí
mismo, frena el crecimiento apical. Pasa directamente a la fase de
senilidad sin atravesar la correspondiente de madurez. Es un lento
declive que puede durar décadas. Así se encontraban las ramas de los
robles trasmochos de Ciria."
"Si no se interviene, en el plazo de unas décadas, tal vez varias,
acabarán muriendo. Vimos ya algún caso, pero pocos. Es importante reinstaurar el sistema de desmoche en estos robledales. Los robles se
encuentran con un nuevo problema. Durante décadas, el ser humano,
mediante el diente de la oveja, ha sujetado el crecimiento de las
sabinas, lo que indirectamente les ha favorecido. La menor presión
ganadera está favoreciendo el desarrollo de sabinas y enebros, además de
aliagas y de otras matas. Se gana en naturalidad, se pierde en
posibilidades de supervivencia de este interesantísimo agrosistema."
"Esta excursión ha sido todo un hallazgo. La Dehesa de Ciria nos ha sorprendido por su extensión (que puede
superar las 200 ha), por el número de ejemplares (que puede superar el
millar), por la buena salud de los árboles y por su combinación con la
sabina albar, un rasgo original. Y tiene una gran ventaja: estar
incluido en la Red Natura 2000."
En definitiva, una valoración de un espacio natural del entorno del Moncayo prácticamente desconocido y sin puesta en valor como recurso patrimonial-turístico.