Muchos conocerán a Teodoro por sus dibujos de pueblos aragoneses publicados en Heraldo de Aragón junto a comentarios de Miguel Caballú. Al menos, esa fue mi manera de conocer la obra de mi amigo. Y digo amigo porque de un tiempo a esta parte mantengo una intensa correspondencia epistolar con Teodoro, vía e-mail. De este modo he podido comprobar que no solo es un excelente divulgador de Aragón, de sus pueblos y de sus gentes, sino que por encima de todo es una excelente persona. De ahí que me sienta orgulloso de su amistad. Nos separan muchos años pero nos unen similares inquietudes y entre estas destaca Purujosa.
Y es que Teodoro vivió en este Nido de Águilas del Moncayo en los años treinta, cuando su padre estuvo de maestro en la localidad durante la República. De ahí que guarde un especial cariño por el pueblo que fue escenario de una parte de su infancia. Allí vivió años duros, en los que todavía se estaba construyendo la carretera de acceso a Purujosa. Haciendo memoria, Teodoro recuerda aquella ocasión en que su padre tuvo que bajar hasta Calcena a recoger a una maestra con una mula, aquellas nevadas que sin duda le indujeron a su afición por el dibujo, la adquisición por parte del secretario de un gramófono, la llegada de las primeras bicicletas o aquel concurso de dibujo escolar del año 33, del que todavía guarda la nota de prensa:
El mismo cariño que se desprende de sus palabras, se desprende de sus dibujos. De hecho no es baladí que escogiera el dibujo de Purujosa para la portada del libro de 1984 Zaragoza, donde se recopilaba una parte de sus obras. Como bien me explica, de seguro que hizo dibujos infantiles de Purujosa, pero los duros años de la guerra “no fueron los más propicios para guardar nada, ya hicimos bastante con guardarnos nosotros...”. En 1978 Teodoro volvería a dibujar en Purujosa. Mucho había cambiado el pueblo que él conoció. La vida de sus calles, se había tornado en ausencia y éxodo. En esos años era difícil imaginar que el pueblo no terminaría siendo abandonado. Yo todavía guardo como un tesoro el dibujo aparecido en 2007 en Heraldo, donde ya Miguel Caballú, tras describir con magistral brillantez la localidad, nos advertía del vínculo entre Teodoro y Purujosa.
Lo cierto es que no me canso de leer las anécdotas que me cuenta en nuestros correos. Teodoro conserva numerosas recuerdos infantiles de aquellos años a pesar de su corta edad. Desde el recuerdo de otros niños, como su vecino Toribio, el cual todavía vuelve al pueblo, a la casa en la que vivió en Purujosa. Del cartero, al chofer del autobús que llegaba a Calcena. A veces pienso en lo caprichoso del destino o en las vueltas que da la vida. Ayer abrí el libro de Gloria Pérez, La Villa de Tierga en su patrimonio histórico y cultural (2010) y en la primera pagina, lo primero que encontré fue un dibujo realizado por Teodoro. El vínculo entre Teodoro y Purujosa fue circunstancial, derivado del oficio de su padre. Pasaron muchos años desde entonces. También mi vinculación fue circunstancial, dado que no desciendo del pueblo. Fueron la belleza de sus calles y barrancos, el aislamiento y la naturaleza la que nos llevaron a comprar una casa en el pueblo, hace pocos años. Tal vez, también quiso un día el destino que me pusiera en contacto con Teodoro para que rememorara aquellos años infantiles y volviera a sentir ese vínculo, nunca olvidado, con Purujosa. Fuera el destino o no, me felicito de que así ocurriera, amigo.
Varios libros recogen la obra pictórica de Teodoro. El tándem que forma junto a Miguel Caballú, constituye una de las parejas que mejor ha divulgado la cultura popular aragonesa, la esencia de nuestros pueblos. Una primera aproximación a su obra se puede encontrar en la web de Javier Mendívil, otro gran divulgador de Aragón, al cual agradeceré siempre que me pusiera en contacto con Teodoro. http://www.aragonesasi.com/escritoydibujado/
P.D: Agradezco a Teodoro que haya prestado sus dibujos y textos para ilustrar esta entrada.
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