Lo que tenía que pasar ha pasado, por más que muchos intentaramos que imperara la razón.
En el Boletín Oficial de la Provincia de Zaragoza del pasado 24 de febrero salía a concurso la instalación municipal del albergue de Calcena.
Allí se recogían las bases y un baremo de 10 puntos donde el principal
criterio (4 puntos) es la "mejor oferta económica", por encima de los 3
puntos que se le da al "mejor plan de actividades". Si, un interés
lucrativo, propio de la empresa privada, donde el objetivo del
ayuntamiento no es un fin social (como debería ser su obligación)
sino un objetivo mercantilista (el máximo beneficio monetario, más allá
del proyecto presentado).
Por si fuera poco, el precio de salida es de 22.000 €. Ante una buena gestión privada que ha conllevado el incremento de visitantes al albergue, la respuesta municipal es quedarse con sus beneficios. Si señor, mientras en otras áreas de montaña despobladas se favorece la llegada de nuevos vecinos ofreciéndoles trabajo y vivienda, aquí queremos que además de venir a dar vida a nuestros pueblos, nos paguen por ello. Debe ser que la despoblación del valle del Isuela no es una prioridad para sus políticos.
Como era lógico, la reacción no se ha hecho esperar y el periódico de Aragón recogía en una página entera la noticia: La gestión del albergue municipal divide a los vecinos de Calcena. De momento, no busquéis en google "www.alberguedecalcena.com", su web ya es la primera victima de estas decisiones municipales.
El 20 de marzo sabremos el futuro del albergue de Calcena. Y aunque el albergue no se cerrara (¡ojalá!) porque existan ofertas dispuestas a asumir esos costes, seguiré diciendo: "Si, pero el pliego de condiciones era, es y seguirá siendo injusto".