El otoño
estaba en su esplendor. No había soplado cierzo todavía, tampoco había helado apenas
y la humedad reinaba en el ambiente. De hecho, el día amaneció nublado y con
charcos, lo cual resaltaba los vivos colores de los chopos, arces, guillomos,
etc. No sabríamos si los seteros iban a gozar de una buena recolección pero ya
estaba claro que iban a disfrutar de un paisaje de postal.
A las
08:30 Mariano abrió la cadena del pinar. Allí fueron nuestros amigos de Morata
y Chodes. En cambio el grupo más numeroso decidimos subir al puerto de la
Crucija y entrar en el pinar de Calcena. Las referencias indicaban que allí
estaban saliendo más setas y efectivamente, así es. Muchos iban con negrillas y
rebollones en las cestas. Luego, antes de la clasificación, aun fuimos a los
prados para coger variedades de distintos biotopos.
Al mediodía
Pepe Uña se afanaba en clasificar las setas en el Ayuntamiento ante la atenta
mirada de numerosos curiosos que escuchaban con interés sus explicaciones. Al
final se encontraron más de 60 especies distintas.
Este año
la charla se trasladó a la Iglesia y fue un acierto dado que acogió a 45
asistentes. Junto a las explicaciones técnico-científicas Pepe introdujo
diferentes anécdotas. Por ejemplo, comentó que Beratón era el mejor lugar de
España para fotografiar las preciosas amanitas muscarias pero que la tala de
algunos pinares propicios han hecho que salgan muchos menos ejemplares.
Llovía
cuando salimos de la charla y bajamos al albergue para disfrutar de la cena
micológica. Tras los postres llegaron las jotas de la mano de Luis y luego
Chori puso la discomóvil. Así concluyó una de las jornadas más importantes en
el calendario festivo de la localidad.
Quisiéramos
aprovechar para agradecer a los participantes en las jornadas y a Pepe Uña, que
un año más contribuyó a que conozcamos mejor los peligros de esta bella
disciplina que es la micología.