La
primavera ya está aquí. Las abejas revolotean en los geranios del balcón y los
almendros visten sus mejores galas. A pesar de la altura y el duro sustrato
calizo, Purujosa está rodeado de algunas preciosas almendreras que hacen las
delicias del amante de la naturaleza. Una combinación de paisajes agrario y
rural de bello cromatismo.
Consecuentemente,
las nieves comienzan a regalar en las laderas meridionales del Moncayo. Los
barrancos reflejan este deshielo en saltarines regachos junto a aliagas en flor
que anuncian el fin del invierno.
Sin embargo, las altas cumbres conservan su
aspecto invernal, el inmaculado manto blanco del frío pasado. Así, este fin de
semana estábamos ante una de las últimas oportunidades de la temporada para
hacer la ascensión en condiciones
invernales.
De
nuevo elegimos la ruta soriana desde Cueva de Ágreda, un itinerario que no desmerece de la mucho
más conocida ruta normal por el santuario. La ausencia de los circos glaciares
de la cara norte se suple con un precioso bosque de rebollos y un valle de
altura donde el sendero avanza junto al sonido del riachuelo Transmoncayo. Un tesoro
que tenemos a media hora de Purujosa.
Desde las
fuentes del Zarrional, donde nace el riachuelo, el valle gira al Este y el
desnivel se incrementa de manera notable. A partir de ese punto, a los 1.800
metros, la pronunciada vaguada se vuelve más umbrosa y tenemos nieve continua.
Al comienzo tan solo un estrecho pasillo de nieve acumulada en el fondo pero
progresivamente la nieve va cubriendo el conjunto de las laderas mostrando un
Moncayo absolutamente invernal.
La
cuesta salva 500 metros de desnivel sin descanso, de manera continua y
decidida, pero el esfuerzo bien merece la pena. China chano vamos viendo el
pueblo de Cueva de Ágreda, nuestro punto de partida, allá debajo, al tiempo que
el horizonte se amplia.
Llegamos
a las llanadas de la línea de cumbres y la montaña nos recibe con su
inseparable cierzo que nos obliga a abrigarnos. Como de costumbre, un cambio
térmico radical en cuestión de minutos.
Una vez
más en la cima del Moncayo pero esta vez con un motivo especial, un doble
descubrimiento para mi compañera Azucena: el Moncayo invernal y el Moncayo
soriano. Una combinación perfecta en la mejor compañía.
PD: El
historiador del montañismo Alberto Martínez Embid ha recopilado una selección
de textos históricos sobre ascensiones al Moncayo donde recoge un relato de la excursión
desde Cueva de Ágreda en 1927. Podéis verlo aquí: “La brocha, la pintura y elMoncayo”.