Un año más, los vecinos de los valles afectados por el proyecto de explotación minera a cielo abierto en la Sierra del Tablado, a las puertas del Moncayo, muestran su oposición a este atentado ecológico. El domingo 30 de junio en la localidad de Villalengua (Valle del Manubles) de 10 a 12 se procederá al "abrazo al río".
Volviendo la vista atrás, recordamos la concentración en la feria de Calatayud. Aquella marcha senderista de Purujosa a Borobia en contra de la Mina. O la que vino después de Calcena a Purujosa. El coche oficial de Purujosa también encabezó la marcha que partió de Torrijo de la Cañada y la pancarta del pueblo recorrió el camino entre Ciria y Borobia. Tantos actos en pos de un desarrollo sostenible que no hipoteque el futuro de la tierra. Con rasmia y sin reblar, seguimos haciendo camino frente a la irracionalidad del interés cortoplacista mercantilista.
La
florada primaveral viene acompañada de un renacer animal. El bosque bulle de
vida. De noche es frecuente deslumbrar a las corzas que se acercan a beber al
río. Los animales domésticos también sienten “la llamada de lo salvaje” que diría
el gran literato Jack London. Aunque en Purujosa lo de doméstico es un decir.
Canes y mixinos se asilvestrán.
Dora,
la perra guardiana del refugio Purujosa, se escapa y se baja “a festejar” con
el can del refugio de Calcena. Otras veces es éste el que sube al Nido de Águilas.
Tornábamos de pasar unos días en el
valle cuando detuvimos el auto en el puerto de la Crucija. Por allí venían, con
la lengua fuera, la pareja de canes, medio salvajes, de realizar su cortejo en
las espesuras del pinar de la sierra.
La
pareja de gatos de José Luís han tenido una camada. Cuatro mixinos persiguen
mariposas y enredan con las colas de sus padres. Si la pareja de adultos son huidizos,
sus vástagos directamente no se dejan ver. En cuanto sienten la presencia
humana se esconden en la gatera. Hacen bien de ser precavidos, otra camada
anterior la malogró el ataque de alguna rabosa.
Sin embargo, escondidos en el balcón y usando la
comida de cebo podemos disfrutar de sus correrías. La vida nace en el valle y
juega por las calles de Purujosa.
El
Moncayo tiene muchas caras, a cual más sugerente. El Moncayo tiene muchos
climas, a cual más extremo.
Este
invierno ascendimos desde cueva de Ágreda pero el temporal impidió que enlazáramos
la línea de cumbres hasta la Lobera para descender por Beratón. Ayer Azu me
brindó la oportunidad de realizar un segundo intento. Había programado junto a
sus amigas de Mallén la tradicional ascensión al techo del sistema ibérico y
con gusto acepté la amable invitación a acompañarlas. Era un día anticiclónico,
veraniego, nada podía fallar. A las 9 ya
hacía chicharrina en el Circo San Miguel. A las puertas del verano, el Moncayo
se mostraba primaveral: neveros en el circo y retamas en flor.
China chano fuimos remontando las zetas del sendero. Sin embargo, al llegar entalto,
la cierzera era monumental. Ascape enfilamos a la cima, donde de nuevo ha
volado la Virgen. ¿Habrá una segunda expedición santera?
¡Gracias por esta jornada montañera chicas!
El
viento bufaba con violencia y casi nos arranca la bandera de las manos. Pensamos
que de continuar hasta la Lobera, nos íbamos a quedar “chelaus”. Mejor bajar
por donde habíamos subido. De nuevo
sentíamos los contrastes del Moncayo: El circo de San Miguel era un horno. Un
corzo lamía la nieve en el neverico del circo. Acotolao a la sombra de los
pinos, mi calitre reflejaba el esfuerzo, mientras mi atuendo homenajeaba a los pastores de la montaña, aunque un amigo libertario tras ver las fotos, piensa que he fundado una guerrilla naxalita moncaina.
Pero
bajo los circos glaciares, el Moncayo es generoso en agua y bosques. Nos
refrescamos en sus manantiales y comimos a la sombra de las hayas. No hay nada
como estar de capazo en buena compañía, mientras las cardelinas cantan en las
ramas. En todo caso, mis pensamientos volaban, añorando la tranquilidad de la
cara oculta. Pensaba en el contraste entre las caravanas de vehículos que ascienden
por la montaña, frente a la soledad de los buitres volando sobre sus muelas
calizas.
Mientras miro a mi chica, una sonrisa socarrona
delata mis pensamientos: Esta semana subimos al Nido de águilas. Es necesario
recorrer todas sus vertientes para conocer en realidad esta montaña. El Moncayo,
tierra de contrastes.
Bajamos
al valle y rememoramos los días pasados a la sombra del Moncayo.
Me
sorprendió gratamente el ver más gente de la esperada para ser unos días
entre semana. Si me preguntan afirmo que en Purujosa viven unas 6 personas en invierno.
No obstante, al entrar en el albergue vi a Arturo que había subido de Calcena,
a uno de los cazadores que lleva varios días patrullando los montes, a Juan
Francisco que está liado con las abejas, los rumanos que están obrando su
corral junto a la carretera, a Mariano, etc.
Hoyo Morana, nacimiento del Huecha.
Pronto
subió Fernando de Oseja, “El bicho”. Cogimos la cesta con las navajas y nos
dirigimos a Beratón. Han arreglado el camino del cementerio por lo que pudimos
subir con el coche hasta el collado de los Almudejos o del Salegar y de allí
pasear hasta el Hoyo de Morana, nacimiento del Huecha. El lugar estaba
precioso, con un verde primaveral magnífico. En los corros de brujas cogimos
unas senderuelas o hongaretas (marasmius oreades) aunque lo que más me
sorprendió fue un pedo de lobo del tamaño de una patata grande. Estaba
en parte comido por los animales y fresco, sin esporas, con carne blanca, por
lo que puede que siga creciendo.
Comimos
unos alberges y alcorzamos entre el pinar. Anochecía cuando llegamos al
albergue de Calcena, donde nos esperaba Antonio “Escartín del Isuela” que venía
con la bicicleta desde Añón de Moncayo. En la terraza, disfrutamos de la
fresca, aunque las noches en la montaña obligan a abrigarse. Mientras el cárabo
cantaba en los árboles, organizamos el plan del día siguiente: Exploración a
las minas de Valdeplata.
La
verdad que la excursión constituyó una aventura. La lluviosa primavera hace que
el monte esté fantástico, plagado de ababoles, junto a aliagas o majuelos en
flor. Sin embargo, los colirroyos y demás pajarillos, no dan abasto con los
insectos. Junto al cauce del barranco los tábanos nos acribillaron. La senda se
encontraba invadida por hierba hasta el pecho. En las junqueras el camino
estaba aguchinado y terminamos con los pies chipiaos. En definitiva, que
salimos ascape del fondo del barranco y remontamos la costera que llevaba a las
primeras bocas que señalaba el mapa del Sargento Tabuenca, elaborado en 1988,
que amablemente nos fotocopió el espeleólogo Mario Gisbert. Tristemente, el
tiempo trascurrido ha derrumbado estas dos bocas. Tan solo unas paredes
derruidas y una herida en la montaña de la que mana un pequeño manantial
señalan el lugar donde se encontrarían.
Ante el
estado de abandono, decidimos dirigirnos directamente al conjunto de
edificaciones más notables, junto al río. Hay dos conjuntos de ruinas,
separadas por un pequeño barranco. Desde las primeras ruinas remontando 10
metros en dirección a ese barranco se encontraba la mina que antiguamente todo
el mundo visitaba. Antonio comentó que él había entrado más de 5 veces. Sin
embargo, hace años que nadie se acercaba. Un enorme zarzal impedía el acceso.
Pero precisamente habíamos venido a sacar del olvido este lugar. Con rasmia y sin reblar, Antonio con la
hoz, servidor con las tijeras de podar y Bicho con la vara (al cual si hago una
cuquera de un golpe fortuito) fuimos abriendo un túnel en la maleza.
Antes y después
Al
final pudimos acceder a la boca minera. A los 5 metros una larga badina
obligaba a mojarse. Según el plano y el testimonio de Antonio, la galería tenía
una notable longitud, con varios puntos donde se preservan los raíles, pozos
sifonados, acceso a una galería superior, etc. El problema es que a mi familia
de Lumpiaque nos llaman los “gatos” y de todos es sabido el temor de los
misinos al liquido elemento. En
definitiva, que me dio respeto entrar aunque como bien pronosticaron los compañeros,
ahora en parte me arrepiento.
Al
menos nos fuimos con la satisfacción de a ver redescubierto y señalado con
grandes mojones este precioso rincón, tan lleno de historia y tan olvidado. No
olvidemos que en tiempos por esta senda, hoy casi perdida, remontaba una
espectacular variante de la GR90 y hasta no hace muchos años el mismo camino
llegaba hasta las minas. La desidia de las administraciones ha terminado con
una de las rutas que más potencialidades turísticas tenía para los pueblos del
alto Isuela. Hoy es más fácil saludar a una culebra de agua que a un caminante.
Fernando "El Bicho de Oseja", cazador de culebras.
El
ataque de las caparras (nos quitaríamos más de veinte entre los tres aunque por
fortuna ninguna se adhirió con fuerza a la carne) y unas amenazantes nubes de
tronada frustraron nuestra idea inicial de darnos un baño en la poza del Batán.
Antonio nos invitó a su casa, nos pusimos a cazolear y degustamos un excelente
chuletón gallego. Luego, charradas de sobremesa y al final el último trago, el
arranque de despedida, hasta la próxima vez que nos volvamos a juntar en la
montaña.
Ahora
de vuelta a tierra plana, escucho música que me produce melancolía montañesa:
El otro
día, andaba buscando información para un trabajo de investigación y me llevé
una grata sorpresa. En la aplicación web de Sistema de Información del
Patrimonio Cultural Aragonés (SIPCA) aparece un buscador de “palabras claves”
en su base de datos. Introduje el topónimo Purujosa y aparecieron catalogados
tres edificios: El molino, el Pilón de la Virgen de la Leche y la Iglesia del
Salvador. Resulta sorprendente la omisión de la ermita de Nª Sª de Constantín.
Más
allá de la breve introducción histórico-artística de cada edificio, destaca la
inclusión de tres fotografías del templo de la localidad. Dichas instantáneas, tienen
una cierta antigüedad dado que son previas al hundimiento y posterior restauración del edificio. De
ahí que constituyan un magnífico ejemplo para comprender la disposición
primitiva de la Iglesia, con la rejería que cerraba la pila bautismal y el
desaparecido retablo de Nª Sª del Rosario (S.XVI) situado frente a la puerta de
ingreso. También incluye una vista exterior del templo, donde se observa el
primitivo aspecto de la calle, muy
estrecha, entre edificios hoy derruidos.
Las
fotografías están firmadas por Félix Benito. Ojalá fuera posible contactar con
el autor para averiguar si hizo más fotografías del casco urbano pues
constituiría una magnífica fuente de información para la historia de Purujosa,
dado que no he logrado localizar fotografías antiguas del caserío, a excepción
de las conservadas en la fototeca del Centro de Estudios Borjanos y un par
cedidas por nuestro amigo Teodoro Pérez Bordetas.
Un año
más, la familia Marquis, de la localidad francesa de Azur, ha regresado a la
Cara Oculta del Moncayo. Al igual que golondrinas a sus nidos, la primavera los
ha traído a Purujosa. En septiembre tuvimos su última visita. Aun recordamos
como coincidiendo con el “día comarcal de la mujer” la familia se unió a la
visita guiada por el pueblo. Mientras callejeábamos, Stéphane me señaló al
cielo, advirtiendo el vuelo de un águila real juvenil. Inmediatamente cogí el micrófono para explicar a las turistas
que teníamos entre nosotros a un ornitólogo aficionado francés, que junto a su
familia, venía todos los años a disfrutar de la naturaleza y tranquilidad de
este apartado rincón serrano.
La
familia Marquis ha querido compartir con nosotros algunas de las instantáneas
captadas durante sus salidas campestres. Desde los fósiles de las muelas
calizas, a las flores de los prados, de las rapaces surcando el cielo, a los
pintorescos rincones del Nido de águila del Moncayo.