
El viaje del Padre Francisco conllevó la ausencia de celebraciones religiosas propias de la Semana Santa. El recuerdo de la Pasión tendrá que esperar a su regreso. Aun así, muchos vecinos, amigos y visitantes volvieron en fechas tan señaladas al pueblo. Se aprovechó esta “mano de obra” voluntaria para acondicionar y limpiar el Ayuntamiento y el Centro Social tras las obras de rehabilitación que se han ejecutado. Por mi parte, también aproveché los días de fiesta para ir al monte y allí me encontré a unos jóvenes de Mallén con los que compartí el resto de la excursión. Resulta que uno de ellos, Alejandro, desciende de Purujosa aunque va poco. Tras enseñarle mi casa y tomar unas cervezas en el albergue me invitaron a comer con ellos, ofrecimiento que acepté con gusto. Alejandro, que es sobrino-nieto de Santiago, el que fuera alcalde, tiene la casa en la calle Tarazona muy bien arreglada y al calor de su hogar y con un vaso de vino de Borja en la mano le hice prometer que si nada se lo impide, vendrá para las fiestas junto a la cuadrilla de Mallén. La gente joven no abunda precisamente en Purujosa y cualquier nuevo amigo será siempre bienvenido.
Por la tarde recogí en Calcena a Diego, Antonio y las dos Albas de su peña y nos bajamos a Brea a cenar y ver el fútbol. Como siempre, las tostadas del bar Avenida tremendas. Además, ganó el Zaragoza, que no es poco. Luego pasamos la noche en Calcena, donde había mucho ambiente. Es encomiable como, en cuanto hay un puente vacacional largo, todos los descendientes de la localidad regresan a su pueblo. Y así, entre futbolines y risas transcurrió la noche, hasta acabar en la peña de los Balarrasas a altas horas de la madrugada.

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