Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

IV JORNADAS MICOLÓGICAS



Este otoño está siendo escaso en lluvias. Se nota en el bosque, se rumorea que incluso se han llegado a secar rebollos y sauces (aquí llamados sargas) junto al seco cauce del barranco de Peña Gorda. No me extraña. Tampoco está siendo un buen año de setas pero eso no ha impedido que un año más se celebren las jornadas micológicas.

En Purujosa, como en tantos pueblos montanos, las setas han estado presentes en el imaginario colectivo. Llegó a haber un tiempo donde familias enteras se sacaban un jornal gracias a los cientos de kilos de rebollones que se recogían en estos montes. Eran los años en que las plantaciones de pinos eran jóvenes y productivas.

Los jornadas sirven de pretexto para reunirnos y salir al campo juntos, los que viven en el pueblo todo el año, los que tenemos casa o los que vienen a visitarnos, viejos y nuevos amigos. Son unas jornadas familiares, pequeñas, acordes con el pueblo que las acoge, pero llenas de ilusión. Este año fuimos a buscar setas al Prado y a los carrascales adyacentes. Nos acompañaron tres camaradas de Tudela que frecuentan mucho Borobia y estas sierras ibéricas. Mientras Jacob, el pastor alemán de Vicente, trotaba por el prado, íbamos cogiendo diferentes especies, aunque pocas setas de cardo. También fue un fin de semana de caza y nada malo por cierto: 14 jabalís se cobraron, más que yo rebollones. Después, como siempre, vino nuestro amigo Pepe Uña, un gran micólogo y excelente persona, que consigue todos los años hacer un hueco en su apretada agenda para venir a la cara Oculta del Moncayo. Él, también como siempre, prefirió subir al vecino pueblo de Beratón, a esas tablas de pinares bajo la Sierra del Tablado que tantas sorpresas deparan al amante de las setas.

Por la tarde, realizamos la clasificación y exposición en el Ayuntamiento. Catalogamos 51 especies y alguna más que se quedarían en los cestos. Mientras clasificaba, Pepe nos daba sus explicaciones que posteriormente prolongaría con el exhaustivo pase de diapositivas con imágenes que conjugaban belleza y didactismo.

Con la llegada de la noche comienza el acto central de las jornadas: la cena popular en el albergue donde todos los platos tienen sabor setero, desde la tapa de paté con setas (excelente) al plato fuerte de la noche, el corzo con setas, que se deshacía en la boca. Además, la cena sirve de hermanamiento con los otros pueblos del valle, como demuestra el hecho de que en nuestra mesa estuviéramos representados vecinos de Calcena, Beratón y Purujosa. También vinieron amigos de Illueca, como Chori, que animó la velada con su música, karaoke y bingo incluidos.

Los jóvenes, terminamos la noche en Brea de Aragón, segundo pueblo de la comarca, donde habíamos quedado con unas amigas. Pero esa ya, es otra historia.

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