Ayer domingo, el
periodista José Luis Trasobares publicó en el Periódico de Aragón una columna
donde criticaba con dureza el proyecto minero de Borobia. En líneas generales,
venía a coincidir con mis planteamientos expresados previamente en este blog:
La mina de Borobia es un ejemplo local del problema sistémico del modelo
capitalista donde se antepone la ganancia inmediata al equilibrio a largo
plazo. En un planeta con recursos finitos, este modelo de crecimiento exponencial,
al margen de conllevar una injusta y desigual distribución de los recursos, nos
lleva al colapso, a la autodestrucción.
Transcribo literalmente
la columna, en verdad, no tiene desperdicio:
"Cuentan que los funcionarios de la CHE
pasaron por allí, vieron la situación y fuéronse sumergidos en profundas
cavilaciones. A su vez, el Gobierno aragonés y las principales fuerzas
políticas de la Tierra Noble aseguraron que se opondrían al atentado medioambiental,
al igual que los ayuntamientos de localidades (Calatayud, por ejemplo) que
pueden verse afectadas; pero su oposición es de lo más discreta, discretísima.
Mientras, los propietarios de los terrenos sobre los cuales se abrirá la mina a
cielo abierto de Borobia no pudieron impedir que la Guardia Civil amparase la
ocupación de sus campos que todavía no están expropiados, y el ayuntamiento de
la localidad, controlado por el PP y vendido literalmente a los intereses de la
compañía minera, considera perfectamente legal el desarrollo de un proyecto que
ni siquiera tiene aprobado el preceptivo informe de impacto medioambiental.
Borobia está en Castilla-León, pero en su término municipal se ubican
acuíferos de donde nacen varios rios (el Manubles, el Aranda, el Ribota y el
Isuela) que son afluentes del Jalón. Justo allí se pretende hacer una mina a
cielo abierto que abrirá una enorme brecha de ocho kilómetros de larga y en la
que habrá además hornos para el tratamiento del mineral extraído (magnesita),
asegurando así un alto consumo de agua y la emisión de contaminantes. La
amenaza es intolerable y debería haber originado en Aragón una respuesta al
menos tan contundente como la provocada por el expolio, por parte del Obispado
de Lérida, de obras de arte pertenecientes a parroquias aragonesas. No parece
ser así; quizas porque, al igual que pasó con el mentado asunto de los retablos
y las imágenes, aquí sólo reaccionamos cuando el desastre se ha consumado y requeteconsumado.
Entonces amanecemos con velicas a la virgen.
La mina de Borobia iba a instalarse en Navarra. Pero allí, claro, son más
finos y dijeron que ni hablar, que eso... para la España profunda. De esta
forma acabó el negocio en los montes de Castilla León. Todo lo que ha sucedido
desde ese momento es inaudito. La gente del pueblo que se oponía al negocio fue
presionada y amenazada. La tensión se hizo insoportable. Los propietarios de
las tierras incluidas en los planes de la compañía minera intentaron impedir
que invadiesen sus propiedades sin lograrlo. La normativa vigente ha sido
alegremente pisoteada. Es como una película del Oeste. Sólo que en este caso no
hay un Clint Eastwood que imponga la justicia a tiro limpio, y además si
apareciese tendría que disparar contra representantes de uns instituciones que
se dicen democráticas.
¿Democráticas? Ni hablar. Borobia es una muestra más de que vivimos en un
país extraño, donde el dinero burla las leyes y el Estado es a veces una
entelequia. Como en el Far West."
Fuente:
De democráticas no tienen nada, está muy claro.
ResponderEliminarSaludos.
Lo llaman democracia y no lo es ;)
ResponderEliminar¡Qué grande es Trasobares!
ResponderEliminarEste es el aspecto que nos espera contemplar en Borobia en unos lustros:
http://losmeandros.wordpress.com/2011/08/02/futuro-de-la-sierra/
¡Enhorabuena por el blog maño!
Gracias a ti compañero!
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