Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

martes, 25 de enero de 2011

Del barranco los Rincones al de los Ladrones

En el salón la temperatura era de 9ºC. Los leños del hogar de la noche anterior no habían logrado templar la estancia. En el balcón el agua de las garrafas estaba congelada y el viento de norte silbaba en el tejado. Tocaba abrigarse bien para ir al barranco de los Rincones.

Hasta la cueva el terreno era conocido y el sendero, aunque estrecho, evidente. Unas perdices alzaron el vuelo cuando llegué a las cabañas del fondo ya fuera de sendero. Pese a la gélida umbría del circo del barranco, sus paredes me protegían del viento y el desnivel me hacía sudar. La pedrera me trasladaba durante un momento a la lejana cordillera pirenaica, a esos canchales donde das un paso y retrocedes tres. La alternativa de avanzar entre las aligas tampoco me seducía. Luego tuve que utilizar las manos para superar el resalte final de roca. Desde abajo parecía más difícil, el circo de los Rincones no es inexpugnable, al contrario, tiene un único punto débil pero fácilmente abordable.

Superado el circo el viento volvía a azotar mi cuerpo por lo que rápidamente descendí hasta el fondo del barranco en busca de la protección de las laderas. Carrascas y quejigos, acompañados de abundantes guillomos y aliagas, pueblan el cauce seco. Aquí hay más tierra que en las duras laderas calizas. Muchos troncos quemados nos recuerdan aquel terrible incendio de septiembre de 1993. Durante 3 días la Cara Oculta del Moncayo ardió. No se equivocaba Richelieu cuando dijo que “los grandes incendios nacen de las chispas más pequeñas”. Un accidente con el ahumador mientras se trabajaba con las colmenas desencadenó la catástrofe. Sin embargo, la naturaleza reconquista lenta pero pacientemente sus dominios. Sino fuera por esos esqueletos arbóreos, nada nos indicaría que aquí hubo un incendio.

(Viejo quejigo de más de 10 metros quemado, con jovenes arboles a sus pies)

Alcancé la bifurcación de barrancos tomando el de la derecha, el barranco Somero, donde perviven arboles hasta un punto donde se incrementa notablemente el desnivel. Resoplando alcancé el vértice geodésico del Raso (1.363 m.) pero pronto me guarecí en la ladera por donde había subido, debajo del pico, para protegerme del viento. Almorcé poco y mal por el frío y me puse guantes y pasamontañas porque ahora me tocaba ir por la línea de cumbres, descendiendo por la ladera que separa los términos municipales de Calcena y Purujosa.

(Desde la cumbre del Raso: La Tonda y en primer término "Peña los Moros")

(Desde la cumbre: barranco de Juan de Maderos y loma por la que descendí)


Descendí dejando a mi izquierda el barranco de Juan de Maderos con su carrascal y su monolito calizo del “Tolmo” y a través de unas planas calizas llegué a la cabecera del Barranco de los Ladrones. Tras visitar un abrigo en un peñón calizo de la parte superior del barranco inicié su descenso. Lo descrito para el barranco de los Rincones es aplicable para este, Quejigos y Encinas se suceden, aunque aquí en el sotobosque hay más romeros. Conforme se desciende el barranco se va encajonando y la vegetación se va espesando, dificultando la progresión. Por momentos me siento en una selva ibérica, con aliagas hasta el ombligo que dejaron mi cuerpo lleno de pequeñas heridas ¿Aquí hubo un incendio hace 17 años? Tan solo las deforestadas laderas, donde hay menos tierra, nos lo recuerdan. A la sombra de unas paredes calizas encontré abundante rusco que denotaba mayor humedad. Sin embargo, llegó un momento que desistí de seguir avanzando por el fondo, salí a las laderas. Es curioso, desde una posición más elevada el barranco ofrece una perspectiva engañosa, no parece que en su cauce la vegetación alcancé tanta espesura.

(Cabecera del Barranco de los Ladrones)


Ya en la carretera me pasó a recoger Fernando, que venía de Oseja, y nos subimos a echar un Aquarius al albergue de Purujosa mientras por mi cabeza rondaban nuevos proyectos y actividades por estos barrancos donde el monte poco a poco va olvidando las secuelas del fuego.

2 comentarios:

  1. Realmente estabas ansioso de Moncayo, ¡con el frío que hacía!
    Saludos!! ;o)

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  2. Tenía mono Rocio! jajaja. Y este fin de semana probablemente vuelva a subir porque anuncian nieve y también tengo ansias de ver la segunda nevada en condiciones de la temporada xD. UN Abrazo!!!

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