Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

martes, 25 de abril de 2017

Tierra y vivienda: Dos paradójicas carencias del mundo rural.


Resulta terriblemente paradójico que en el mundo rural exista una problemática tan acuciante de acceso a la vivienda. Es desgarrador pasear entre casas hundidas observando tanta ruina y persianas bajadas, al tiempo que el precio especulativo del suelo hace que sea prohibitivo adquirir una vivienda, elemento esencial para la vida. Si a ello sumamos la casi inexistente oferta de vivienda en alquiler, tenemos uno de los problemas elementales de las zonas rurales.

Otra paradoja rural es la enorme extensión de yermos. Muchos habitantes de los pueblos querrían cultivar pero no pueden, no son propietarios. Existe tierra pero el acceso de nuevo está condicionado por la propiedad de los campos (abandonados), muchos de ellos en manos de descendientes emigrados en la ciudad despreocupados por sus heredades en el pueblo. Eso en el mejor de los casos, en otros muchos, ya es imposible rastrear la propiedad de los campos perdidos entre la maleza. Es por eso que desde cualquier ayuntamiento rural debería ser prioritario una doble política social: vivienda social y tierra comunal.

Por eso resultaba sangrante el fracaso de Repoblar Vilariño, donde la asociación vecinal fomentó una política social de vivienda y tierra, logrando un incrementó de más de 20 niños  que frenaron el inminente cierre de la escuela. Sin embargo, el alcalde (cacique) del PP, ahora imputado, no debe entender el grave problema de su pueblo (en 1950 tenía 2.300 vecinos y hoy 580) y afirma sin que se le caiga la cara de vergüenza: “esta gente no genera riqueza (…) vienen a que les demos algo, no a dar ellos, no queremos mendigos sino inversores”. Señor alcalde, esos nuevos vecinos invierten algo más importante que el dinero, su vida, pues deciden ir a vivir (y con ello dar vida) a su pueblo.

Y es entonces cuando me acuerdo del caso de Benasque. Uno de los pueblos más ricos de España, uno de los pueblos con más crecimiento demográfico de Aragón. Donde si llegan inversores y empresarios. Donde como en toda zona turístca ha llegado el pelotazo y la especulación urbanística y por tanto el precio del suelo es prohibitivo pero donde existe una buena oferta privada de alojamiento y en donde el ayuntamiento si realiza su labor pública de suministrar recursos a sus vecinos. Es por eso que el ayuntamiento de Benasque tiene un proyecto de huertos sociales.

La idea partió el año pasado cuando el ayuntamiento habilitó una zona para huertos sociales a disposición de sus vecinos. El éxito de la iniciativa (por la que se interesaron quince personas de diferentes edades) ha llevado a repetir el reparto de las parcelas de 120 metros cuadrados y a ampliar el proyecto. El alcalde recordaba como la iniciativa supone una alternativa de ocio, recuperando de paso una de las labores tradicionales de la zona que había caído en desuso. Es por eso que el interés no era lucrativo sino social, de hay que se abonen simbólicamente 10€ por el uso (que no la propiedad) de cuatro años prorrogables. ¿Su obligación? Estar empadronado y residir en la localidad.

En definitiva, un problema rural (la falta de tierra) y dos maneras de afrontarlo: Con egoísmo e individualismo, negando el acceso a la tierra (y olvidando la larga tradición de comunales municipales en la historia de España) y otra solidaria y responsable con sus vecinos y con la labor social que debe tener un Ayuntamiento para facilitar la vida en su municipio.

Y sino pensemos en la letra de esta triste y popular jota:
En los pueblos hay ancianos
mirando la tierra yerma
no se nos mueren de viejos
que se nos mueren de pena. 
 

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