Tras un jueves Santo de turismo por el precioso pueblo de Alquezar (ver fotos), ejemplo y paradigma de desarrollo rural, llegué a Purujosa un viernes santo lluvioso como pocos. El parking estaba lleno de coches, lo mismo que la plaza. Muchos turistas que llenaron el albergue y también muchos vecinos de cuyas casas humeaban las chimeneas, símbolo de vida en el pueblo. Aunque la lluvia siempre es bienvenida, deslució las celebraciones de esta semana Santa diluviana. A las 9 de la noche fuimos a la Iglesia a conmemorar el descendimiento y Santo Entierro del Señor. El agua caía a chuzos por lo que se suspendió la procesión del Cristo hasta la ermita. Con la Iglesia a oscuras, solo iluminada con nuestras velas, el padre Francisco ungió con mirra el Cristo y ayudado por Tomás lo cubrió con una sábana. A la salida de la Iglesia conversamos con Aurelio y Mari Carmen sobre el pueblo, sus problemas y soluciones. Desde aquí quiero agradecer sus afectuosas felicitaciones por este blog.
El sábado amaneció gris, amenazaba lluvia, pero el paraguas estaba preparado junto a la mochila: Tenía ganas de monte, de saborear ese característico olor a humedad que desprende el bosque en primavera. Me acerqué con el coche hasta el viejo puente medieval y de allí tomé el antiguo camino de la Cuesta que unía Purujosa con Beratón a través del barranco Moros. Descubrí un nuevo rincón, otro barranco olvidado, otra senda que está pidiendo ser reabierta para que los andarines vuelvan por ella.
Por la tarde hice una segunda excursión, un corto paseo por las planas de Calcena. Quedé en el puente sobre el Isuela con Fernando de Oseja y remontamos su cauce para tomar el primer barranco a la izquierda, siguiendo el sendero PR-6. Progresamos entre encinas, quejigos y boj, junto a aligas y guillomos que lucían sus floreados vestidos primaverales. Los truenos hicieron que nuestras miradas se dirigieran a las Peñas Albas: La tormenta avanzaba hacia nosotros formando una nube espectacular, un cumulonimbus arcus tras el que se veían las virgas de granizo sobre Valdeplata. El domingo esta misma fotografía cerró el espacio del Tiempo en el telediario nocturno de Aragón Televisión.
Eran las 11 de la noche del sábado de resurrección cuando entrábamos en la Iglesia y la tormenta seguía descargando sobre Purujosa. El padre Francisco prendió el cirio en la hoguera del zaguán, bendijo su llama y todos encendimos nuestras velas. Después volvieron a repicar las campanas tras días de silencio. En una fecha tan señalada nuestro ermitaño tenía preparada una sorpresa para los 25 vecinos que pasamos esta noche con él: Nos invitó a un chocolate con pastas en la Primicia. Esther cogió la guitarra y empezaron a sonar jotas y rancheras junto a la Iglesia del Salvador hasta las dos de la mañana.
Al día siguiente el agua salía tomada de los grifos. Era obligado acercarnos hasta el río para ver si había movido su caudal tras caer 60 litros en 3 días. La riada no era muy grande pero pudimos observar los destrozos que hizo la riada del 13-15 de marzo: El Isuela se ha salido de su cauce y ha destrozado el camino que lleva al molino. Tendrán que venir los técnicos de la Confederación porque el río sigue comiendo terreno.
Tras pasear hasta el molino junto a Felix, mientras Esteban recordaba los tiempos en que él cortó muchos de los chopos que dan sombra al camino, nos despedimos de Purujosa después de unos días de reencuentro con amigos que no veíamos hacia tiempo: Jacinto, Miguel Ángel, Jesús, Pedro, Luís, etc. Que alegría da ver el pueblo con gente.
El sábado amaneció gris, amenazaba lluvia, pero el paraguas estaba preparado junto a la mochila: Tenía ganas de monte, de saborear ese característico olor a humedad que desprende el bosque en primavera. Me acerqué con el coche hasta el viejo puente medieval y de allí tomé el antiguo camino de la Cuesta que unía Purujosa con Beratón a través del barranco Moros. Descubrí un nuevo rincón, otro barranco olvidado, otra senda que está pidiendo ser reabierta para que los andarines vuelvan por ella.
Por la tarde hice una segunda excursión, un corto paseo por las planas de Calcena. Quedé en el puente sobre el Isuela con Fernando de Oseja y remontamos su cauce para tomar el primer barranco a la izquierda, siguiendo el sendero PR-6. Progresamos entre encinas, quejigos y boj, junto a aligas y guillomos que lucían sus floreados vestidos primaverales. Los truenos hicieron que nuestras miradas se dirigieran a las Peñas Albas: La tormenta avanzaba hacia nosotros formando una nube espectacular, un cumulonimbus arcus tras el que se veían las virgas de granizo sobre Valdeplata. El domingo esta misma fotografía cerró el espacio del Tiempo en el telediario nocturno de Aragón Televisión.
Eran las 11 de la noche del sábado de resurrección cuando entrábamos en la Iglesia y la tormenta seguía descargando sobre Purujosa. El padre Francisco prendió el cirio en la hoguera del zaguán, bendijo su llama y todos encendimos nuestras velas. Después volvieron a repicar las campanas tras días de silencio. En una fecha tan señalada nuestro ermitaño tenía preparada una sorpresa para los 25 vecinos que pasamos esta noche con él: Nos invitó a un chocolate con pastas en la Primicia. Esther cogió la guitarra y empezaron a sonar jotas y rancheras junto a la Iglesia del Salvador hasta las dos de la mañana.
Al día siguiente el agua salía tomada de los grifos. Era obligado acercarnos hasta el río para ver si había movido su caudal tras caer 60 litros en 3 días. La riada no era muy grande pero pudimos observar los destrozos que hizo la riada del 13-15 de marzo: El Isuela se ha salido de su cauce y ha destrozado el camino que lleva al molino. Tendrán que venir los técnicos de la Confederación porque el río sigue comiendo terreno.
Tras pasear hasta el molino junto a Felix, mientras Esteban recordaba los tiempos en que él cortó muchos de los chopos que dan sombra al camino, nos despedimos de Purujosa después de unos días de reencuentro con amigos que no veíamos hacia tiempo: Jacinto, Miguel Ángel, Jesús, Pedro, Luís, etc. Que alegría da ver el pueblo con gente.
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