La humedad que desprendían los musgos al pisarlos resultaba
totalmente engañosa. No era sino el reflejo de la lluvia de esta semana que
escondía la sequía que le precedió. Nuestros amigos Kike y Antonio (que alegría
sentimos siempre que nuestros vecinos de Calcena suben a visitarnos) nos
comentaron que en su pinar si que se estaban empezando a coger rebollones,
aunque muchos agusanados, fruto sin duda de las altas temperaturas que estamos
registrando.
Aquí de momento tan solo se han cogido en abundancia hongos
típicos de los prados, especialmente setas de cardo, aunque también champichones.
Eso no impidió que pasáramos una fantástica mañana en el pinar, disfrutando de
las paredes calizas de este sector meridional del Parque Natural del Moncayo.
Al fantástico tiempo que nos acompañó y el maravilloso
entorno en el que paseamos, añadimos el disfrutar de la compañía de buenos
amigos: Goyo y Andrés que hicieron su aparición estelar en un Renault6 (compitiendo con Quad de Florentín), Rai (gracias
por tus reportajes fotográficos) y sus amigos que repitieron un año más o los
buenos amigos de Mallén, que conocían por primera vez Purujosa y aunque no
cogieron muchas setas, disfrutaron de su caserío y del merendero del río.
Luego vino la clasificación de las setas recolectadas. Entre
todas las especies, destacaban algunos hermosos parasoles (macrolepiota
procera) de los numerosos ejemplares que se cogieron en esta ocasión. Hubo
también tiempo para el debate micológico, señalando nuestro experto Arturo
Calleja que se compromete a venir después de unas tronadas veraniegas porque
está seguro que aquí tienen que salir boletus. Fernando de Oseja, confirmó como
él ha cogido Boletus Reticulatus en los carrascales del entorno del Reajar, por
lo que la cuestión puede que sea que nos focalizamos en las setas otoñales de
pinar.
Y después la cena,
donde nuestro chef vasco combinó en exquisito maridaje un entrante de
cesareas en crudo con sal, con una sabrosa crema y revuelto de setas que dieron
paso a un tierno lomo de corzo a la salsa de nueces. Para bajar tan rica cena,
un sorbete de limón y luego los orujos de hierba y pacharanes para regar las
jotas y rancheras que retumbaron al son de las guitarras hasta la medianoche.
Cojamos o no setas, las degustemos o las compartamos, para mi, después de 10 años, el encanto de estas pequeñas y humildes jornadas está en que son unos días de hermanamiento entre los vecinos y donde los visitantes conocen este bello rincón moncaino atraídos por las setas. Solamente por oir bullicio por las calles, merece la pena. Porque los protagonistas de estas 10 jornadas micológicas no han sido las setas, sino todos los que con vuestra presencia las habéis hecho posible. ¡Gracias!
El hambre... de setas... agudiza el ingenio. Ante la falta de rebollón se cogen otras setas. Arturo es un lince, pero no el único que ve más allá de un monte calizo árido. Pues sí, en verano hemos cogido setas cerca.
ResponderEliminarHola Ramiro.
ResponderEliminarLo normal es que no hubiese setas, ha llovido poco y tarde, pero a falta de setas,buena es la compañía, y esa cena que tenía que estar de vicio.
Un saludo
Pues si Eduardo, las setas son el pretexto para pasar un día en el campo con los amigos. Y para mi, la excusa perfecta para volver a Purujosa, que desde que vivo en Teruel, las distancias me impiden ir todo lo que quisiera.
ResponderEliminarAndrés, ya se que eres otro de los que tras las tormentas veraniegas vas a ir a unos pedregales calizos que tu te conoces. Pero guardo el secreto jeje.
Abrazos.