"Nunca llueve agusto de todos". Y es cierto. Tras el otoño tan seco era necesaria el agua y en ese sentido celebramos las lluvias de finales de noviembre. Pero el temporal chipió nuestra celebración. O mejor dicho, deberíamos decir que blanqueó nuestras jornadas: Amaneció el sábado lloviendo y no paró hasta la mañana del domingo. Pero lo que en el pueblo era agua, en el bosque era nieve.
Treinta litros acumulados que han hecho que dejemos atrás el estiaje. El barranco de Peña el Águila ha movido y el de Valcongosto no tardará en hacerlo tras este frente que viene a sumarse a lo acumulado la semana anterior.
Con estas condiciones hubo que suspender la sálida micológica recolectora. Cambiamos la cesta por el almuerzo preparado en el refugio de Cerrogordo. Y si allí nevaba, tenía que estar haciéndolo en Beratón. No pudo acudir el micólogo pero tampoco había setas que clasificar. Las únicas setas que vimos las degustamos en la cena del albergue. A mal tiempo buena cara y al menos las jornadas sirvieron para juntarnos los amigos y pasar unas buenas veladas. Además, cuando escampó, pudimos maravillarnos con un Moncayo que se había vestido con sus más blancas e inmaculadas prendas.
Y por soñar que no quede. Mientras veíamos caer los copos al calor de la lumbre de Cerrogordo, se oía a los más optimistas: "Quizá todavía salgan negrillas y pieazules". No lo descartemos. Quizá.
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