Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

martes, 15 de septiembre de 2020

árboles con nombre propio

El deserto avanza y la deforestación no se frena. El cambio climático está aquí. Siempre ha estado. En Purujosa lo sábemos bien pues los arqueólogos han encontrado especies fósiles adaptadas a otras condiciones climáticas. El frío o la aridez vienen y van, es un ciclo, que ahora esta siendo alterado por el hombre.

Cuando bajo las Peñas de Herrera o en las laderas que descienden de la Muela Beratón, encontramos ejemplares de tejos aislados, nos hablan de ese rico y diverso bosque que hubo ahí. Los árboles por su larga longevidad son testigos de las condiciones que había en el momento en que nacieron, que pueden ser muy diferentes a las condiciones del presente. Es el caso de dos árboles en medio del desierto y cuya historia descubrí buceando en el facebook del naturalista Eduardo Viñuales.
Árbol Ténéré (1961)

El primero era conocido como "el arbol de Ténéré" y tenía el honor de ser el árbol más solitario del planeta, situado en Níger, en el corazón del desierto del Sahara. No había ningun otro árbol a ¡¡400 Km a la redonda!!! En los años 30 del siglo XX se cavó un pozo en sus próximidades descubriendo que sus raíces alcanzaban un nivel freático a 36 metros de profundidad. Casi nada. Esta acacia actuó de faro para caravanas de Tuaregs hasta que en 1973 fue derribado por un camión, siendo sustituido por una escultura metálica. Triste final para un ser tan extraordinario.

Un caso similar sería el "árbol de la vida" un giantesco árbol ubicado en medio del desierto de Bahreim. Según la tradición local, se encuentra en el lugar donde estuvo "el jardín del Edén", aunque en realidad parece que su edad es de 400 años. 

A otra escala, la chopa del Tío Román en Purujosa es testimonio de aquella época ya olvidada donde las ramas de los chopos cabeceros servían para la construcción de los tejados o el Roble de la Cruz de los Ladrones en Beratón nos habla de acontecimientos de nuesto valle ocurridos siglos atrás. Árboles con nombre propio, porque cuando nacimos ya estaban aquí y cuando nosotros no estemos seguirán dando sombra a quienes se detengan a contar su historia.

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