Este Puente de Todos los Santos hemos podido disfrutar de los preciosos tonos otoñales del Moncayo más desconocido. Comenzamos en Beratón, donde habíamos subido a disfrutar de la fiesta celta que se celebró en la bella chopera por donde todavía discurrre el arroyo antes de infiltrarse en las profundidades de la tierra.
Después en Purujosa hicimos el breve pero recomendable sendero de la desembocadura del barranco de la Virgen, que se inicia en la parte superior del casco urbano para retomar a él por la ermita de Constantín. En el trayecto pudimos hasta recolectar hasta frutos del otoño gracias a los dos maguillos que nos regalan sus manzanitas para el caminante que recorre estos barrancos.
Por último, acabamos el puente recorriendo el valle del Manubles, desde su cabecera en Borobia, pasando por su bella dehesa de sabinas y quejigos centenarios y recorriendo sus pueblos enriscados, con castillos, capiteles románicos y ayuntamientos mudéjares. Todo con las choperas tirando a amarillos equinociales, como pudimos disfrutar en el bello paraje del pozo de los Chorros.
Luego ya vimos el terrible testimonio del incendio del verano pasado y que nos debe recordar las negativas consecuencias que tienen las malas praxis. Como un valle tan bello se puede calcinar en cuestión de horas. Al menos su cabecera sigue siendo uno de los rincones más bonitos y tal vez desconocidos, de Aragón.
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