Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

sábado, 25 de junio de 2011

Fiestas Virgen Constantín 2011 y presentación libro Patrimonio

El viernes, cuando nuestros coches pasaban por debajo del caserío de Purujosa, oímos dos salvas en el cielo. Parecía que los cohetes anunciaran nuestra llegada pero fue circunstancial. Al llegar a la plaza vimos a los allí reunidos dispuestos a iniciar una “ronda cadenetera”, es decir, irse juntos a engalanar las calles del pueblo con banderines. Así, el sábado amanecería el pueblo en fiestas, dispuesto para marchar juntos a San Cristóbal. José Luís, Jacinto, Ana, mi padre, nuestro ermitaño Francisco y yo, mantuvimos la tradición de subir caminando desde Calcena a la ermita, parando en la fuente Espadas a refrescarnos. Además, coincidimos con un grupo de senderistas y pudimos observar, subido en unas rocas, un altivo raboso atento a nuestro caminar. Al llegar resultó que no estaba la llave de la ermita. No obstante, se pudo solucionar el malentendido y con un poco de retraso se celebró la misa, con la presencia de 35 personas. Menos que en otras ocasiones y es que en un pueblo tan pequeño, las mínimas ausencias (este año se notaron algunas bodas, defunciones, etc.) son muy importantes.

En la comida del río estuvimos más gente. Pasamos la tarde entretenidos, conversando de todo un poco. Mi camiseta de “indignado” dio pie a que surgiera un interesante debate donde pude comprobar que la indignación es general en este país, desde Arsenio a Esteban “el Vasco”, todos los presentes eran indignados como yo. Después fuimos a preparar la peana para la Virgen, había que poner unas escarpias para que pudiera procesionar por el pueblo al día siguiente.

Por la noche Mariano y Vicente prendieron dos enormes tracas frente al horno que anunciaban el inicio de la cena de hermanamiento. Había bastantes más personas. Conversaba con Kike, saludaba al Chori, disfrutábamos del bocata de longaniza hasta que dos cohetes dieron inicio a la ronda de Jotas. Este año hubo nuevas voces como la de Benito Gomara, pastor de Añón, que vino con un pastor rumano que disfrutó mucho de las jotas. Frente al Castillo mi padre cantó una bonita tonada: “Asomao a mi ventana / se alegran los corazones / viendo el barranco la Virgen / La Atalaya y los Peñones”. La ronda iba parando por las distintas casas (la de Jesús el del Puntal, la de los Caseteros, la de Vicente, etc.). Los moscateles corrían y las horas pasaban al ritmo de jotas de picadillo: “Aquí en la puerta el lugar / hubo luchas y guerrillas / y hoy la Teresa pone / A Jesús con la sombrilla”. Terminamos a las dos de la mañana frente a la casa del Alcalde cantando jotas de contenido político: “En la puerta del Congreso / han escrito con carbón / aquí el bueno se hace malo / y el malo se hace peor”. Sin embargo, todavía quedaba bajar a por “El Mayo” al río y subirlo para plantarlo en la plaza. Eran las 3 de la mañana cuando pingábamos el Chopo.

Al día siguiente tocaba madrugar, era la presentación del libro de Purujosa. Acudí a la Iglesia a saludar a Alberto, mi amigo y coautor del libro, y hacer de cicerone con los invitados Borjanos enseñándoles la Iglesia y la restauración de la Casa de la Primicia. El acto comenzó con retraso pero al final la Iglesia estuvo abarrotada. Presidía la mesa la imagen de la Virgen de Constantín recién restaurada. D. Manuel, director del Centro de Estudios Borjanos, realizó un discurso impresionante, lección de retórica y oratoria, glosando los atractivos de Purujosa y las mejoras hechas en el municipio. Yo por mi parte hice una breve síntesis de la historia del pueblo, siguiendo un eje cronológico en torno a los acontecimientos históricos de Purujosa. Aprovechamos también para explicar algunos de los cuadros recuperados, prestando especial atención al Calvario del desaparecido retablo de la Virgen del Rosario, La sagrada familia restaurada gracias a las donaciones de fieles de la virgen y el cuadro de la inmaculada Concepción con su excepcional marco de madera. La gente compró muchos libros, estuvimos bastante rato firmando. Deseo de corazón que esas paginas sirvan para dar a conocer un poco mejor la historia de nuestro pueblo.

El día continuó con la misa en la ermita, tras la cual se volvió a realizar la tradición de pasar la cruz procesional y el pendón por encima de los niños nacidos en el año. Al mediodía tomamos un vermú en el albergue y disfrutamos de una excelente comida en el río acompañados por la música de la charanga. La verdad que fue un placer compartir la jornada con estos amigos de Borja que se fueron realmente contentos tanto con la acogida de la población como con el encanto de la localidad. ¡Hasta las próximas fiestas!

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