Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

miércoles, 10 de abril de 2013

Ascensión invernal al Moncayo


Toda la mañana del sábado había estado nevando en Purujosa aunque sin cuajar. A pesar de estar a inicios de abril, el Moncayo iba a estar en plenas condiciones invernales. A diferencia del día anterior, el domingo amaneció raso y con viento en calma. Al llegar a Beratón la nieve lo cubría todo y la carretera hasta la Cueva de Ágreda se presentaba con una fina capa de hielo. Parecía una estepa siberiana invernal, en vez de un Moncayo primaveral.

El río Transmoncayo bajaba bravío en medio del bosque nevado mientras los pescadores se sucedían a lo largo de su cauce. Nosotros seguíamos una huella de esquís. El día era magnífico. A pesar de la temperatura de OºC la ausencia de viento y el ambiente soleado hizo que pronto nos sobrara la tercera capa.

De hecho, al llegar a la vaguada comenzamos a sudar. Es una ascensión interminable, con un falso efecto óptico que parece que el collado se aleje conforme ascendemos. Además, el cierzo venteó la nieve acumulándola en nuestra ruta. Ni las raquetas impedían que nos hundiéramos en algunos tramos hasta las pantorrillas.

Al llegar al collado de las Piedras nos pusimos deprisa los guantes, el anorak, el pasamontañas, etc. El frío era atroz. El aire casi nos tumbaba y con una temperatura de -2ºC  la sensación térmica era polar. Además, el único montañero que estaba en la cima nos informó de que se había producido un alud en el Circo de San Miguel y parecía que había cogido a algunos montañeros.

El vértice geodésico y el Pilar de la Virgen tenían unas acumulaciones de nieve impresionantes, de la altura de un hombre. Entre el clima y las informaciones inquietantes no nos detuvimos tan apenas en la cima. La clásica fotografía para atestiguar nuestra ascensión invernal y directos para abajo, a guarecernos del  aire. El problema era que en la vaguada se perdía la cobertura. Al llegar al bosque comenzaron a sonar los móviles. Decenas de llamadas perdidas. Nuestros familiares y amigos se habían enterado por la televisión del alud del Moncayo y estaban muy preocupados. Llamamos para tranquilizarles y ellos a su vez nos informaron de que no se habían producido victimas en el alud de la cara norte.  Con esa gran noticia nos despedimos del valle. Habíamos disfrutado de un magnífico día de montaña, en un Moncayo que en pleno mes de abril nos había mostrado su cara más gélida.

4 comentarios:

  1. ¡Una bonita excursión, aunque no exenta de peligro con esa gran nevada! ¡Da frío sólo de ver las fotos! Aprovecho para recomendarte la lectura de un reportaje de 5 páginas sobre el Moncayo, publicado en la revista Quercus de este mes de abril. Está firmado por Eduardo Viñuales Cobos, y se titula: "Cuando el Moncayo quiso ser Parque Nacional". Espero que te guste. Un abrazo.

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  2. Valió la pena el esfuerzo para llegar, eh.
    Las imágenes me encantan.
    Abrazos.

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  3. Parece mentira que estemos a mediados del mes de Abril, la subida desde la cueva, es más llevadeda que por el circo, y las truchas del río una delicia, aunque bastante chiquitas, saludos

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  4. Hola amigos.
    Gracias por la recomendación Miguel Ángel, muy curioso artículo. A ver si preparo una reseña.

    En plena primavera estar rodeado de nieve, si, merece la pena. Es una sensación mágica, casi irreal.

    Veo que conoces bien la zona Eduardo. Muy buenas deben estar las truchas porque había más pescadores que montañeros :D

    ¡Un abrazo chicos!

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