Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

lunes, 14 de abril de 2014

La Casa Azul.

El otro día hablaba de las últimas rehabilitaciones de viviendas que estamos viendo en Purujosa. Si bien es cierto que la despoblación avanza galopante sobre el pueblo, al menos hemos frenado el abandono de la localidad. Hubo un tiempo que las ruinas se apoderaban de las calles, el fin parecía inminente. Por fortuna, gracias al esfuerzo de unos pioneros que sintieron el amor por sus raíces o la belleza de sus rincones todavía vírgenes, Purujosa no pasó a ingresar la lista de pueblo abandonados. Muchas casas salieron del olvido, y todavía hoy siguen saliendo.  Una de estas casas fue “La casa azul”.


Esta es una de las casas más características del pueblo, con un estrecho chaflán que separa la calle La Corte y la de la Iglesia que sería las delicias del pintor costumbrista. Con su peculiar puerta de color azul que le dio nombre. Sin embargo, como tantas otras, amenazaba ruina.


Fue allá en 2012 cuando la vida volvió a sus paredes. Una nueva rehabilitación estaba en marcha. Una rehabilitación que se hizo con un gusto exquisito, respetando la arquitectura tradicional que hace tan peculiar este pueblo, como si el tiempo no hubiera pasado por sus calles. Las mismas piedras o los mismos cabeceros que se usaban hace siglos.



Así, la casa azul se ha convertido en “las casas azules”, dos viviendas que acogen a dos familias y cada vez que vienen al pueblo, las risas de sus niños alegran al conjunto de vecinos. 

5 comentarios:

  1. Rehabilitación modélica donde las haya. Me ha impresionado mucho el estado en que estaba el caserío hace años. ¿De qué fecha datan las fotos antiguas? Es impresionante el cambio de Purujosa de un tiempo a esta parte.

    ResponderEliminar
  2. Es una buena noticia, por desgracía la despoblación en el medio rural avanza a pasos agigantados,y es que las escasas posibilidades de encontrar trabajar han hecho que la gente se vaya a vivir a las grandes ciudades. Eso si los niños se lo pasan en grande, ya que pueden disfrutar de la libertad, que en las ciudades no tienen, eso de salr a la calle, cuando quieren, no tiene precio para ellos. Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Yo llegué a Purujosa a finales de los ochenta. Nadie... Me colé con riesgo en un edificio al lado de la iglesia donde desde un ventanuco se veía el barranco. En el suelo había un bidón vacío de aceite de soja de un galón(sí... del plan Marshall). Cuando volví veinte años después creía que había soñado si no fuera por el campanario que se reía de mi estupor. Una foto antigua con la iglesia al fondo abajo de una cuesta me devolvió a otro planeta en el que saludaba a Erik El Belga sin saber su oscuro oficio...

    ResponderEliminar
  4. Hola amigos.

    Rai, las fotos antiguas son de los años 80, momento donde el pueblo prácticamente estaba abandonado.

    Eduardo, tienes toda la razón, los crios en el pueblo sienten la libertad.

    Andrés ¿No tendrás alguna foto de aquella epoca? Sería una pasada. Oscuro oficio pero en el fondo algo bohemio, envuelto en la mística y el misterio. A ver si va a ser Erik el Belga el que mangó algunos de los lienzos del retablo mayor ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una intuición diabólica me dice que nos cruzamos en el camino.

      Eliminar