Atrás quedó el diluvio. Más de 24 horas jarreando, los pluviómetros desbordados. Precipitaciones generalizadas en todo el este peninsular que alcanzaron cifras astronómicas en el Moncayo superando los 100 litros como se ve en el mapa inferior. Hacía muchos años que no se veía llover así.
Con estas lluvias torrenciales es normal que el caudal del río Isuela se multiplicara por 100 en apenas unas horas, pasando de unos pobres 0´16 a casi 20 metros cúbicos segundo. Se ponía fin a este extraño estiaje otoñal de manera brusca con una crecida histórica.
Y si el río alcanzó ese caudal fue porque todas las fuentes manaban a raudales. Desde la fuente la Costera a la Fuente del Tajo (con una cascada saltando al lado del depósito) de la Fuente Ortuño a la del Col, que volvió a destrozar la balsa de agua que hay a sus pies.
Y si las fuentes manan a borbotones, los barrancos bajan desbordados. El barranco de la Virgen es un auténtico sumidero gigante, un "queso gruyere" por donde el agua que llega todo el año hasta el inicio del cañón calizo en el Boquero de Peñacerrada se infiltra bajo tierra. Solo en ocasiones muy especiales, cada muchos años, desde lo alto de Purujosa se oye a sus pies discurrir el agua. El otro día tuvimos el privilegio de ver el agua desde lo alto, avanzando en dirección al río Isuela.
Sin duda, un día histórico.
El Queiles en Tarazona parecía el Ebro, las Huechas de San Martín, Litago y Vera desbordadas. Entre Agramonte y la pista de la central de Morca la carretera parecía la presa de un embalse. Espuma orgánica que parecía nieve arrastrada por precipitación natural de resinas y material detrítico de humus. Ni tanto ni tan calvo...
ResponderEliminarTu lo dices, más valdría haber caído de manera más repartida a lo largo del otoño. Pero este es nuestro clima: crecidas y estiajes, sequías y diluvios.
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