Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

lunes, 26 de octubre de 2015

Los colores del otoño.

Tras un inicio del otoño extremadamente seco, la semana pasada nos visitaron un par de frentes que dejaron algo más de 20 litros. No ha sido suficiente para que salgan setas, pero las temperaturas benignas hacen que no perdamos la esperanza y sigamos mirando la previsión del tiempo en espera de las ansiadas lluvias.

A pesar de la ausencia de hongos, el otoño está en su máximo apogeo cromático. En frente de Purujosa, los guillomos, aquí llamados valeas, lucen sus tonos ocres, a juego de arces, chopos y demás especies de hoja caduca. Si la visión del cabezo desde el caserío resulta espectacular, no lo es menos la visión inversa, la vista de las casas colgadas, con los tonos rojos en primer plano.


Para nosotros, el otoño tiene tres variables indisolubles: La lluvia amarilla de las hojas al caer, la lluvias de precipitación que dejan el característico olor a humedad en el bosque y las setas que deleitan el paladar. Falta poco para completar el cuadro otoñal. 

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