Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

viernes, 10 de marzo de 2017

senderismo y escalada frente a macrogranjas y minas.

El capitalismo se basa en la maximización de beneficios para incrementar la competitividad. Es un modelo depredador que antepone las ganacias cortoplacistas frente al equilibrio a medio y largo plazo. Lo sabemos bien en el Moncayo. El entorno del Moncayo soriano ya tuvo en el pasado minas a cielo abierto que generaron trabajo durante unas décadas hasta que esquilmaron el suelo, acabaron con los recursos y los empresarios, una vez explotada la tierra, se marcharon con sus beneficios y con ellos volaron los puestos de trabajo quedando en los pueblos contaminación y emigración como recuerdo de su paso por nuestras tierras.

La historia se repite y de nuevo la espada de Damocles pende sobre nuestras cabezas. Y no estamos hablando de una falcata celtibérica sino de una hoja de doble filo. Por un lado la mina de Magenesistas de Borobia que de nuevo está dando que hablar. Recientemente IU pidió explicaciones a la DGA por un vertido contaminante al río Manubles. Lo que predijimos que pasaría está pasando. Todo un valle, su fauna, su agricultura y su población, amenazado por la avaricia de unos pocos. Parece que ya hemos olvidado el desastre de la mina de Aznalcollar, la mayor catástrofe ecológica de la historia de España. Si a ello sumamos las amenazas que han recibido aquellos que se han opuesto al proyecto, tenemos el fiel retrato de la España más oscura y caciquil. Un binomio terrible entre intereses especulativos de las grandes compañías y las redes clientelares locales. 

Pero eramos pocos y parió la abuela. Una nueva amenaza: la macrogranja de Noviercas. 20.000 vacas estabuladas que producirían mierda como una ciudad de 4 millones de habitantes y consumiría 3 millones de litros de agua diarios. El argumento de sus defensores: Los 250 puestos de trabajo que generarían. Lo que no dicen es la quiebra que supondría para las explotaciones familiares que no podrían competir contra esa gran empresa lactea. De nuevo el capitalismo, el pez grande se come a los peces chicos y en su afán devorador no duda en destruir el medio ambiente.

Parece que la Junta de Castilla y León está empeñada en joder al Moncayo. Pero todavía hay esperanza. Este territorio es un pulmón verde, un corazón rural necesario para la cada vez más estresada y contaminada población urbanita. Recientemente leíamos un artículo titulado Senderismo, el "turismo silencioso" que no para de avanzar. Allí se explicaba como es el tercer deporte más practicado por los españoles y su crecimiento como medio de combinar salud y turismo. Tampoco podemos obviar los deportes de aventura que tienen su marco en la naturaleza. En la cara oculta del Moncayo la escalada se está convirtiendo en un motor de desarrollo. Además, es un proceso que se retroalimenta: va a más. Buscad en youtube "escalada en Calcena" y tendréis vídeos como el de abajo, publicado apenas hace 5 días, con cientos de visitas.

Senderismo y escalada, lo mismo que la bicicleta de montaña, la ornitología, la espeleología y demás prácticas sostenibles en el medio natural si contribuyen el desarrollo local sin hipotecar el futuro de las generaciones venideras ante la destrucción del territorio. Es un modelo que aprovecha los recursos endógenos diferenciales y específicos. Es el futuro.




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