Añoro subirme a Purujosa para tener que taparme con la manta
en las frescas noches de la montaña. En estas jornadas de bochorno veraniego,
en la ribera cuesta conciliar el sueño. Anoche estaba desvelado y me puse a
leer una vieja publicación que encontré por azar, ojeando en la librería. Era
el nº 126, correspondiente al trimestre julio-septiembre del 2008, de la
revista ROLDE, publicación del Rolde de Estudios Aragoneses.
Allí encontré un artículo de Roberto Serrano Lacarra, componente
del grupo “La orquestina del Fabirol” titulado “Salud Ronda!”. Era un pequeño
homenaje a la trayectoria de otro mítico grupo del Sobrabe “La Ronda de Boltaña”
con motivo de la publicación del que hasta ahora es su último disco. Los que me
conocéis sabéis mi afición al folclore y su manifestación musical. Hace poco
estuve en Echo disfrutando de las gaitas y duilzainas en el Festival PIR.
Precisamente, no es extraño que cuando subo a Purujosa vaya
escuchando en el coche la Ronda de Boltaña, música que nunca falta en nuestro
avituallamiento de la Calcenada, junto al abuelo Labordeta (DEP) o que cuando
en Beratón recuerdan al bandido Chupina desde mi balcón suene el “Cucaracha
bandolero” de la Orquestina, a pesar de que no entiendo muy bien el aragonés. Por eso, así de entrada, me sorprendió que
este artículo se me pasara en su día (algún hechizo que me echarían las brujas
de Trasmoz) y enseguida el texto captó mi interés.
De la mano de Roberto fui recorriendo la trayectoria de la
Ronda, repasando sus discos mientras los miraba de reojo en mi estantería. Viendo
fotos ya históricas, de rondas a las que nunca he ido, pues siempre que los he
visto ha sido en la Plaza del Pilar, en un ambiente mucho menos familiar que el
que se respirará en los pueblos.
Como bien expresaba el autor, la Ronda está unida a su
tierra, Sobrarbe, pero sus letras son universales pues hablan del mundo rural,
de esos pueblos que se apagan frente a las luces de la gran ciudad, de ese
mundo tradicional perdido en el océano del capitalismo más neoliberal. Y fue
entonces cuando lo leí. Argumentaba así Roberto: “Si Sobrarbe es un país de
abuelos cuyos nietos vienen en verano ¿no es así también en gran parte de
nuestras comarcas? ¿Acaso no pasa eso en Purujosa, Fórnoles, Toril o Lechón?
Pero no es tan simple, aunque cueste descubrirlo Sobrabe es mucho más y por
ende, también son mucho más Purujosa, Fórnoles, Toril o Lechón?”.
Una garrampa recorrió mi columna vertebral. Podéis imaginar
la ilusión que me hizo encontrar una referencia a mi “nido de águilas” en un
artículo sobre la Ronda, escrito por un músico de la Orquestina. Un círculo mágico
se cerraba, un hechizo de las brujas Pirenaicas para las brujas moncainas. Recordando
las rondas joteras de Purujosa cogí el sueño y entre sueños soñé que la música
folk salía por nuestra chimenea y el bochorno la empujaba al Norte, hasta esas
otras montañas, más verdes y más altas, pero donde igual que aquí, ha habído,
hay y habrá gente luchando por vivir en su tierra.
Al margen de recomendar escuchar la música de los dos grupos
citados, recomiendo la lectura al artículo que hago referencia. El cual se
puede consultar on-line en esta dirección:
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