Esta semana conocimos la triste noticia del fallecimiento del biólogo Pedro Monserrat. Se iban así casi 100 años de sabiduría. Un maestro en el amor por la naturaleza y el mundo rural. El que fuera creador del Instituto Pirenaico de Ecología era también uno de los mayores expertos en flora moncaina.
Ascensión a la Peña Oroel de Jaca con 94 años |
Para honrar su memoria compartimos sus doctas palabras: "Vamos hacia una sociedad de individualidades insolidarias, incultas pero
muy instruidas y preparadas de una manera casi imparable para que
consuman lo que nos sirvan unas empresas que ya dominan el mercado. La
crisis actual puede lograr que despertemos a tiempo y nos unamos al
mundo rural (...) Conviene tener un paisaje vivo y bello, mantenido por unas comunidades
humanas arraigadas solidariamente al solar de sus antepasados (...) Si logramos esa cultura conseguiremos el agente que todo lo renueva, si
antes no ha llegado el cemento que 'fosiliza' nuestro mundo rural". Reflexiones de globalidad enfocadas desde lo local, poniendo de ejemplo su querido Moncayo: "En el Parque Natural del Moncayo aún quedan rebaños tradicionales muy
activos y aptos para ser conservados, porque nos dan alimento y además lo hacen sin destruir paisajes; más bien con ellos
aumenta la diversidad."
Casí resulta premonitorio que su fallecimiento coincida con la edición del Libro de Paco Cerdá "Los últimos, voces de la Laponia Española" (Ed. Pepitas de calabaza), cuaderno de viaje por la serrania celtibérica, uno de los territorios más despoblados de Europa, uno de los más envejecidos del mundo. Un recorrido invernal, cuando los pueblos se quedan vacíos, buscando a los Robinsones Crusoe del sistema Ibérico. Los últimos de la Filipina interior. Aquellos aldeanos a los que cantara Antonio Machado y que modelaron un paisaje que hoy se pierde en el olvido. Un ensayo que camina en la senda del éxito de ventas de Sergio del Molino, La España vacía (Ed. Turner) y que desprende melancolía y tristeza por un tiempo que se fue.
Sin embargo, queda espacio para la esperanza. Como apuntaba el maestro Montserrat, todo depende de la cultura, del cambio de mentalidad de la sociedad. Y precisamente, quiero terminar con un titular que también apareció esta semana en prensa: "Es un buen momento para ir a vivir al pueblo". Y que mejor manera de decirlo que con la alegría de la música de Bandada Marina, una banda folk-rural, heredera del grupo "El Bosque" de los 90. Artistas de la serranía celtibérica que demuestran que mientras hay vida, hay esperanza.
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