Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

lunes, 13 de febrero de 2017

Temporal de febrero: Nieve, lluvia, niebla y crecida.

Por fin los manantiales han movido. Al fin el río llega hasta Calcena. Un temporal de SE fruto de una profunda borrasca en el golfo de Cádiz que han dejado 48 horas de precipitación a lo largo del pasado fin de semana de 10-12 de febrero de 2017.

Al comienzo la cota estaba alta por lo que decidimos subir a Beratón a ver la nieve. Pero la nevada arreció y a la bajada del puerto nuestras rodiladas del ascenso ya se estaban tapando. El incremento de la intensidad de la precipitación desplomó la cota y al mediodía en Purujosa trapeaba unos inmensos copos blancos que llegaron a cuajar en los tejados a pesar de la temperatura positiva y de tratarse de nieve muy húmeda.
Y si hacia El Cabezo el aspecto era bonito, no lo era menos la vista del profundo barranco de la Virgen desde la parte alta de Purujosa

Por la tarde la cota volvió a subir pero la precipitación no cesó. Horas de lluvia que se prolongaron al domingo, día en el que se sumó a la "fiesta" el fuerte viento que terminaría dando paso a un meteoro muy infrecuente en el alto valle del Isuela: La niebla.

La montaña exhalaba humedad. Las rocas lloraban y los manantiales brotaban. El río bajaba chocolatada. En la Fuente de Purujosa, también llamada fuente de la Carrasca, nacimiento del río Isuela, el agua iba remontando los escalones del encofrado que en tiempos servía para desviar el cauce hacia los molinos de Purujosa. El caudal era tal que desbordaba por el aliviadero de la izquierda. El curso superior del río, denominado barranco de Beratón, habitualmente seco, bajaba chocolatada.

Aguas abajo el panorama era similar: Tanto Valcongosto como Peña el Águila habían movido. Y consecuentemente, el río Isuela dejaba atrás su sequía. Tras muchos meses, la rambla pedregosa donde el río se infiltra para volver a nacer en la fuente de Calcena, volvía a ver el agua por su superficie. Y así, el agua volvió a unir a través de un curso continuo los tres pueblos del Alto Isuela: Calcena, Purujosa y Beratón.

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