Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

lunes, 6 de abril de 2020

coronavirus y medio ambiente. Crisis sanitaria y climática.

Que el planeta estaba al borde del colapso era algo que nos advertían los científicos desde hacía tiempo. Y decir al borde no quiere decir de manera inmediata. La edad del planeta no se mide en escala humana (siglos) sino en escala geológica (milenios). El desequilibrio era evidente con una sobreexplotación de los recursos y un modelo consumista insostenible. Pero entonces llegó el coronavirus.

Para muchos ha resultado sorprendente lo rápido que la fauna recupera terreno ante la ausencia de presión antrópica. Estos días ha sido noticia desde los jabaliés recorriendo una Avenida Diagonal de Barcelona desierta, pasando por ese despistado corzo saltando por la avenida de Cataluña de Zaragoza. Hasta National Geographic nos mostraba unos bellos canales de Venecia con el agua limpia y los peces nadando tranquilamente.  Sin embargo, en la España vaciada, hace tiempo que es un fenómeno que venimos observando. Cuando los humanos desaparecen, la naturaleza recupera su terreno perdido. Desde la hiedra que lentamente devora una paridera hundida, a las cabras montesas, cada vez más confiadas, trepando por el barranco hasta el mismo caserío de Purujosa, en el Parque Natural del Moncayo.


Sin embargo, la mayor beneficiada ha sido la atmosfera. La paralización de la actividad productiva ha supuesto la congelación de emisiones y esto se ha reflejado en un descenso radical de la contaminacióna atmosférica. El aire vuelve a ser respirable en las ciudades.


Todos tenemos en nuestras retinas las imagenes de ciudadanos asiáticos con mascarillas antes de la pandemia del COVID-19. Las llevaban por la polución de sus gigantescas metropolis, llenas de rascacielos y de chimeneas humeantes. Aquello no era niebla, era humo. La crisis sanitaria pasará, quedará atrás, pero la crisis climática, sino cambiamos el modelo capitalista, continuará, hipotecando el futuro de las generaciones venideras.

Puede que estos días de confinamiento sean buen momento para reflexionar de la mano de dos eruditos, padre e hijo, Los Miguel Delibes, de la mano de su libro La Tierra herida, ¿Qué futuro heredarán nuestros hijos?. Aprendamos la lección. 

2 comentarios:

  1. Cuanta razón en tu escrito, lo malo no es solamente que nuestros bonitos pueblos se vacíen de gente, lo que es peor, que los intenten llenar de industrias muy contaminantes y ensucien lo bueno que mas apreciamos.

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  2. Ahun que pase lo que pase,somos tan egoistas que no qerremos aprender.
    Un abrazo

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