Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

sábado, 2 de abril de 2016

Crónica de una Semana Santa de retiro moncaino.

Quedó atrás la Semana Santa, donde cual eremitas del desierto, instalamos nuestro retiro espiritual a la sombra del Moncayo. Desde la atalaya de la vieja torre medieval, cuyos recios muros fueron hace siglos reconvertidos en vivienda popular, observamos el tajo del barranco a nuestros pies y reflexionamos.

¡Cuan hipócrita es la sociedad contemporánea! Hay personas que miran con indiferencia (cuando no con repulsión) el drama de los campos de refugiados pero lloran desconsoladamente porque una talla de madera no haya podido procesionar. Aunque las calles se llenen de matracas, cornetas e incienso ¿Cuántos  de los que se ocultan debajo de capirotes y terceroles se acuerdan de la palabra de Dios?  El Padre Francisco, ermitaño de Nuestra Señora de Constantín, eligió como lectura del Sábado Santo el Éxodo, la huida del pueblo hebreo perseguido por el Faraón de Egipto. Para recordar que todos hemos sido refugiados. Para mover conciencias solidarias.


En Purujosa, la Semana Santa es austera, sencilla, en consonancia con la predicación del Señor. Las candelas iluminan la noche estrellada. Silencio en el Santo Entierro, alegría de bandeos de campanas en la Resurrección. Felicidad que queda reflejada en el rostro sonriente de nuestro Mosén cuando todos juntos compartimos chocolate y dulces ¡La Cuaresma quedó atrás! A nuestro amigo Andrés le gusta compartir con nosotros estos momentos de hermandad. No duda en atravesar el Moncayo, desde su Tarazona natal, para venir guitarra en mano a esta humilde celebración. Compartimos conversación, mesa y canciones. La guitarra pasa de mano en mano, las jotas suceden a los boleros. Versos de La Bullonera despiden la madrugada.


En estos días se conjuga la faena y el trabajo. Muchos turistas aprovechan sus vacaciones para descubrir la Cara Oculta del Moncayo. Cuando desde lo alto de Purujosa observo el aparcamiento lleno, con una caravana estacionada en el área de descanso, mi mente vuela hasta África, donde se encuentra nuestro amigo Goyo. Pero mientras los viajeros fotografían la arquitectura rural, los vecinos siguen con sus faenas: Unos apilando la leña recién cortada, otros aprovechando el puente para venir desde Madrid para dar un empujón a la obra. Y hablando de obras, estos días Antonio ha acondicionado la rampa para acceder a la era donde está previsto que en junio se realice una recreación de la trilla tradicional. Os informaremos.



Pero no solo de trabajo manual vive la humanidad. Purujosa es un retiro ideal para estudiar. Alejada del ruido y de las distracciones, Azucena ha aprovechado para preparar a fondo las oposiciones. Muchas horas delante de los libros, compensadas con las vistas desde la ventana, el relajante crepitar de los maderos en el hogar y alguna pequeña excursión junto al río, hasta el molino, donde el sonido del agua y el concierto de los pajarillos desde los altos chopos, ayudan a retornar al estudio con más fuerza. ¡Ánimo, ya queda menos!



En cambio, también hemos tenido días de estar en casa. Incluso vimos algún copo despistado, arrastrado por el feroz Cierzo que quiso despedir nuestra estancia moncaina. Como el Isuela, vamos valle abajo, decimos adiós desde el retrovisor y ponemos la canción indicada para este momento. Como el Cierzo, aunque amaine, siempre vuelve con más fuerza. Hasta pronto.


1 comentario: