Quedó atrás la
Semana Santa, donde cual eremitas del desierto, instalamos nuestro retiro
espiritual a la sombra del Moncayo. Desde la atalaya de la vieja torre medieval,
cuyos recios muros fueron hace siglos reconvertidos en vivienda popular,
observamos el tajo del barranco a nuestros pies y reflexionamos.
¡Cuan hipócrita es la sociedad contemporánea! Hay
personas que miran con indiferencia (cuando no con repulsión) el drama de los
campos de refugiados pero lloran desconsoladamente porque una talla de madera
no haya podido procesionar. Aunque las calles se llenen de matracas, cornetas e incienso
¿Cuántos de los que se ocultan debajo de
capirotes y terceroles se acuerdan de la palabra de Dios? El Padre Francisco, ermitaño de Nuestra Señora
de Constantín, eligió como lectura del Sábado Santo el Éxodo, la huida del
pueblo hebreo perseguido por el Faraón de Egipto. Para recordar que todos hemos sido
refugiados. Para mover conciencias solidarias.
En Purujosa, la
Semana Santa es austera, sencilla, en consonancia con la predicación del Señor.
Las candelas iluminan la noche estrellada. Silencio en el Santo Entierro,
alegría de bandeos de campanas en la Resurrección. Felicidad que queda
reflejada en el rostro sonriente de nuestro Mosén cuando todos juntos
compartimos chocolate y dulces ¡La Cuaresma quedó atrás! A nuestro amigo Andrés
le gusta compartir con nosotros estos momentos de hermandad. No duda en
atravesar el Moncayo, desde su Tarazona natal, para venir guitarra en mano a
esta humilde celebración. Compartimos conversación, mesa y canciones. La
guitarra pasa de mano en mano, las jotas suceden a los boleros. Versos de La
Bullonera despiden la madrugada.
En estos días se
conjuga la faena y el trabajo. Muchos turistas aprovechan sus vacaciones para
descubrir la Cara Oculta del Moncayo. Cuando desde lo alto de Purujosa observo
el aparcamiento lleno, con una caravana estacionada en el área de descanso, mi
mente vuela hasta África, donde se encuentra nuestro amigo Goyo. Pero mientras
los viajeros fotografían la arquitectura rural, los vecinos siguen con sus
faenas: Unos apilando la leña recién cortada, otros aprovechando el puente para
venir desde Madrid para dar un empujón a la obra. Y hablando de obras, estos
días Antonio ha acondicionado la rampa para acceder a la era donde está
previsto que en junio se realice una recreación de la trilla tradicional. Os
informaremos.
Pero no solo de
trabajo manual vive la humanidad. Purujosa es un retiro ideal para estudiar.
Alejada del ruido y de las distracciones, Azucena ha aprovechado para preparar
a fondo las oposiciones. Muchas horas delante de los libros, compensadas con
las vistas desde la ventana, el relajante crepitar de los maderos en el hogar y
alguna pequeña excursión junto al río, hasta el molino, donde el sonido del
agua y el concierto de los pajarillos desde los altos chopos, ayudan a retornar
al estudio con más fuerza. ¡Ánimo, ya queda menos!
En cambio,
también hemos tenido días de estar en casa. Incluso vimos algún copo
despistado, arrastrado por el feroz Cierzo que quiso despedir nuestra estancia
moncaina. Como el Isuela, vamos valle abajo, decimos adiós desde el retrovisor y
ponemos la canción indicada para este momento. Como el Cierzo, aunque amaine,
siempre vuelve con más fuerza. Hasta pronto.
Me encanta una semana Santa así.
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