Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

lunes, 28 de junio de 2021

Setas y flores en la Cruz de los Ladrones en Beratón

 Desde que tenemos niñas pequeñas hay que pensar en paseos cortos para poder realizarlos con las peques. Beratón, el pueblo más alto de la provincia de Soria, a la sombra del Moncayo tiene un itinerario ideal para realizar en familia. Nos estamos refiriendo a la excursión a la "Cruz de los Ladrones", un bonito paraje de grandes quejigos y carrascas cabeceros (testimonio de técnicas sivícolas casi olvidadas) que dista sólo 2 km desde la localidad pero que incluso podemos aproximarnos en vehículo quedando un breve paseo de apenas un kilómetro de recorrido.

Anacamptis piramidalis

Mientras en Zaragoza marcaban la máxima de España con 38ºC, en la paramera de Beratón a 1.400 metros de altura y con aire, casí apetecía la chaqueta. No obstante, conforme vamos descendiendo al fondo del barranco calizo, el aire desaparece al tiempo que aparecen las primeras carrascas y algunos arces. 

¿boletus erythropus?

Aunque estemos al inicio del verano, el aspecto del monte es totalmente primaveral: altas gramíneas, hierba verde, setas y flores. En el recorrido, sin salirnos del sendero, vimos desde orquídeas a boletus (gracias a Fernando y Andrés por las identificaciones) pasando por un pedo de lobo del tamaño de un balón de fútbol sala.

A la sombra del viejo quejigo les contamos a nuestras hijas aquellas viejas historias de bandidos, como el Tío Chupina, que encerró a los vecinos de Beratón en la Iglesia sin contar que tres de ellos lograrían escapar por el campanario para dar aviso a los pueblos de la redolada y que todos armados, desde Purujosa Cueva y Borobia cercaron a los bandidos que fueron a huir por este barranco que acaba en un precipicio (de ahí que hoy día rapelen los barranquistas y que desde siempre en el pueblo lo hayan llamado barranco de los caíderos). En aquella escaramuza murieron varios de los bandidos, como recuerdan tres cruces que llevan grabadas en este viejo roble casi 150 años. 

Viejas leyendas, tradición oral, que hoy como ayer, pasamos de padres a hijos, a la sombra de los mismos árboles. 

 

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