Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

lunes, 22 de marzo de 2010

Despertar primaveral

El año pasado en estas fechas ya hablé de la primavera. Los días se alargan, el sol calienta, algo tiene esta estación del año, sin duda. No es baladí que “La primavera” de Vivaldi sea uno de los conciertos para violín más grandes jamás escrito. Casí 300 años después de su composición, su alegre e inolvidable “ritornello” o estribillo sigue anunciando la llegada de la primavera con la misma fuerza de siempre. Pocas veces se ha logrado con tanta perfección la analogía entre sonidos naturales y musicales: el canto de los pájaros, el agua de las fuentes, la tormenta, Vilvadí dejó en sus partituras las explicaciones de lo que quería transmitir a través de los sonidos y verdaderamente lo consiguió. Jamás me cansaré de escuchar la primavera:

Porque la primavera es la explosión de los sentidos. Entra por la vista con las flores de los campos, por el olfato con las fragancias del bosque, por el tacto con la sensación de las gotas de agua escurriendo por nuestros cabellos tras un chaparrón primaveral y por supuesto, por el oído con los sonidos que anuncian la nueva estación.

Este viernes cuando subí a Purujosa, los focos de mi coche deslumbraron a una manada de corzos, a un tejón (aquí denominado tafugo) casi amigo mío porque siempre me lo encuentro en la misma curva, cual si quisiera saludar mi llegada al valle y a un zorro que pronto empadronaremos en el municipio dadas las constantes visitas que hace a los cubos de basura del pueblo. Sin embargo, hubo un animal al que oí pero no ví, una rapaz nocturna que con su canto territorial nos anuncia la llegada de la primavera, un Vivaldi alado de los montes. Abrí la ventana de casa y mis ojos se perdieron en la oscuridad del fondo del Barranco de la Virgen. Desde allí, un guardián de la noche entonaba su repetitivo canto: Un macho de Cárabo (strix aluco) con su constante “bu…bubu” cada 14 segundos puso el hilo musical de la velada junto al hogar.

Enlace para descargar pista de audio:El Canto del Carabo

A la mañana siguiente, otros pájaros me dijeron que la primavera ha llegado. Al salir de casa, sobre el cable de la luz, dos golondrinas cantaban y alzaron el vuelo en graciosas cabriolas áreas. No vi ninguna otra golondrina, así, puede que sean las primeras que han llegado a esta Cara oculta del Moncayo cerca de donde Bécquer escribió aquellos afamados versos “volverán las oscuras golondrinas, en tu balcón sus nidos a colgar”. Más tarde me acerqué a la fuente de Hoya Barrán con el objetivo de limpiarla de zarzas y volver a colocar el tubo que permita saciar la sed del caminante. Cuando llegué a la balsa que protege la fuente, una decena de ranas saltaron al agua asustadas por mi alargada sombra. Al igual que al cárabo, tampoco las vi, solo oí el característico sonido que hacen cuando saltan de un brinco al agua. Los anfibios también saben que la primavera ha llegado. Además, a pesar del calor de la mañana, la tarde acabó con lluvia y ese olor a humedad tan propio de los días que anuncian la primavera. Pronto las aliagas florecerán, los almendros recuperarán sus hojas y el perro igual ya va buscando alguna sombra. Que días tan bonitos nos esperan.

1 comentario:

  1. Muy chula esta entrada. A ver si llega la primavera de verdad, al menos en los fines de semana, que yo este finde me he vuelto a mojar.
    Saludos

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