Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

martes, 2 de noviembre de 2010

Jules Renard; Historias Naturales. Historias de pueblo

¡Esa gota de luna sobre la hierba! Así definía Jules Renard a las luciérnagas. Preciosa metáfora de esa luz que se apaga al mismo tiempo que se duermen nuestro pueblos. Metáfora de cosecha propia que explica el paralelismo entre la escasez de luciérnagas en los hortales y el incremento de casas hundidas: cada vez se ven menos luciérnagas y más puertas cerradas.

Este mes de octubre lo he pasado en el clínico haciendo de enfermero al cuidado de mi abuela ingresada. En las largas horas de hospital me ha dado tiempo a leer algunos libros pendientes: La Medea de Euripides (obra cumbre de la tragedia griega), los días de Cólera de Pérez Reverte (mi novelista y columnista contemporáneo predilecto) y por supuesto el libro que nos ocupa: las historias naturales de Jules Renard.

No es baladí que José Luis Borges atribuya a Renard la invención de las greguerías, textos breves semejantes a aforismos, que sentencian en una sola frase un pensamiento, una definición. El caso inicial de las luciérnagas es claro ejemplo. Las historias naturales se alejan de los andamiajes narrativos convencionales constituyendo una colección de imágenes. El estilo me recuerda a mis admirados Jalil Gibran y al Pastor de Carenas. El único hilo conductor de estas escenas es su vinculación con animales y situaciones del campo. Y es que Renard se cansó pronto de la bohemia parisina y regresó a su Borgoña natal donde su padre le había enseñado el amor a la naturaleza y la pasión por la caza. Los pasajes de las historias naturales son retales de sus observaciones en el pueblo, como el mismo describe: Un cazador de imágenes que salta de su cama de buena mañana y beberá aire fresco por el camino. Los ojos le sirven de red en la que caen presas las imágenes y la pluma su forma de transmitirnos sus impresiones. Todos los animales que observó quedan descritos, desde el gato doméstico que atrapa ratones dejándolos mortalmente heridos sin comérselos al asno que siempre caminaba junto al cartero, pasando por los ganados que “regresan de los rastrojales”.

Yeguas, conejos, bueyes, cabras, sapos, cabras; todos los animales imaginables caben en este bestiario de las historias naturales. Desde la simple reflexión del pinchudo erizo: “Hay que aceptarme como soy y no estrujarme mucho”, a la profunda melancolía que produjo en la familia la muerte de la vaca Negrita, llegando a pensar en decirle al campanero “ve a hacer sonar las campanas por alguien que ha muerto en mi casa”. De la observación del tímido ratón que se acerca hasta su escritorio interrumpiendo sus escritos al martín pescador que se posó sobre su caña de pescar. Escenas de pueblo, pasajes de la vida del campo narrados por una de las plumas más brillantes de la literatura francesa. Todo un lujo para leer en el hospital al que además acompañaban unos preciosos dibujos de Toulouse Lautrec ¿se puede pedir más?

2 comentarios:

  1. Gracias por dedicar tu maravilloso tiempo a compartir estas delicias.

    ResponderEliminar
  2. Gracias a ti por saborearlas conmigo. Un abrazo.

    ResponderEliminar