Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

martes, 18 de junio de 2013

Ascensión al Moncayo desde el Santuario.

El Moncayo tiene muchas caras, a cual más sugerente. El Moncayo tiene muchos climas, a cual más extremo.

Este invierno ascendimos desde cueva de Ágreda pero el temporal impidió que enlazáramos la línea de cumbres hasta la Lobera para descender por Beratón. Ayer Azu me brindó la oportunidad de realizar un segundo intento. Había programado junto a sus amigas de Mallén la tradicional ascensión al techo del sistema ibérico y con gusto acepté la amable invitación a acompañarlas. Era un día anticiclónico, veraniego,  nada podía fallar. A las 9 ya hacía chicharrina en el Circo San Miguel. A las puertas del verano, el Moncayo se mostraba primaveral: neveros en el circo y retamas en flor.

China chano fuimos remontando las zetas del sendero. Sin embargo, al llegar entalto, la cierzera era monumental. Ascape enfilamos a la cima, donde de nuevo ha volado la Virgen. ¿Habrá una segunda expedición santera?
¡Gracias por esta jornada montañera chicas!

El viento bufaba con violencia y casi nos arranca la bandera de las manos. Pensamos que de continuar hasta la Lobera, nos íbamos a quedar “chelaus”. Mejor bajar por donde habíamos subido.  De nuevo sentíamos los contrastes del Moncayo: El circo de San Miguel era un horno. Un corzo lamía la nieve en el neverico del circo. Acotolao a la sombra de los pinos,  mi calitre reflejaba el esfuerzo, mientras mi atuendo homenajeaba a los pastores de la montaña, aunque un amigo libertario tras ver las fotos, piensa que he fundado una guerrilla naxalita moncaina. 

Pero bajo los circos glaciares, el Moncayo es generoso en agua y bosques. Nos refrescamos en sus manantiales y comimos a la sombra de las hayas. No hay nada como estar de capazo en buena compañía, mientras las cardelinas cantan en las ramas. En todo caso, mis pensamientos volaban, añorando la tranquilidad de la cara oculta. Pensaba en el contraste entre las caravanas de vehículos que ascienden por la montaña, frente a la soledad de los buitres volando sobre sus muelas calizas.

Mientras miro a mi chica, una sonrisa socarrona delata mis pensamientos: Esta semana subimos al Nido de águilas. Es necesario recorrer todas sus vertientes para conocer en realidad esta montaña. El Moncayo, tierra de contrastes.

4 comentarios:

  1. Hola Ramiro, veo que con cuatro días de calor, la nieve ha desaparecido, casi por completo. Yo estuve en la dehesa de la Cueva de Agreda, e hizo un calor de narices, tuvimos que refrescarnos en el río, saludos

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  2. Hola Eduardo.
    Lo bueno de la dehesa que entre la sombra de los robles y el agua de los arroyos, se podría combatir el calor.
    A ver si en una próxima ocasión coincidimos, que esta vez ya tenía apalabrado el ascenso a la cima.
    Un abrazo compañero!

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  3. Anda, si a tu chica la conozco, pero que pequeño es el mucho.....je,ja,je.
    Salud(os)a la Cara Oculta del Moncayo.

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  4. Hola Ruben. El mundo es un pañuelo! Ya le daré los recuerdos a Azu. Ya tenemos pretexto para hacer una salida a 4. Hasta nos puedes llevar de barrancos, que veo que no paras. Un abrazo!

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