Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

miércoles, 31 de julio de 2013

Últimos días de Julio, setas y lifaras de verano

Bajamos de pasar unos días en Purujosa. Por fin he conocido a Mónica y Bea, las nuevas chicas que llevan el albergue. Estos días han tenido desde unos montañeros que sintieron los rigores  del viento moncaino hasta una comida de despedida del párroco de Trasobares, Leandro. Desde aquí deseamos que les vaya todo muy bien.

En nuestro caso, las comidas fueron en el merendero del río. Un día, Javier “el pintor” nos invitó a un rancho, al otro día Paco el de Beratón y Luciano el policía de Ólvega nos convitaron a unos sabrosos caracoles con fritada y al tercero fue Vicente el que se animó con las cazuelas y nos invitó a otro rancho. Tres días de lifara, de canciones y de hermanamiento de los que acudimos a la Cara Oculta del Moncayo: Mariano,  Estebán “el Vasco” que nos trajo un montón de boletus cogidos en Soria, Los pastores Benito de Añón y José Luís que lleva los ganados que pastan en Purujosa, Aurelio que ha venido desde Barcelona a pasar el verano en su pueblo, etc.

Precisamente, las setas fueron uno de los temas de conversación de estas jornadas. Cuando subimos al albergue a tomar los cafés, Juan Francisco nos enseñó un enorme Boletus que había cogido en Valdearanda. Benito por su parte, nos ofreció para el rancho unos perrochicos (él los denomina setas de enebro) que cogió mientras estaba con el ganado por Horcajuelo. Mariano comentó que las reiteradas tronadas han dejado este mes de julio más de 100 litros. Así, mientras entonábamos canciones, pensé en quedar con Fernado de Oseja y nos fuimos por los alrededores de las fuentes del Reajar a buscar setas. El carrascal estaba lleno de boletus impolitus junto a algún Satanas. Todo un espectáculo.


Así que para contar las noticias seteras bajamos al albergue de Calcena, donde Diego nos deleitó con sus acrobacias sobre la cuerda, antes de cenar con los amigos de la Peña del Ribazo y del Ceda el Vaso, con los que hicimos un brindis para desear la mejor de las suertes a Antonio, el Escartín del Isuela, que ese día había dado la vuelta al Moncayo para preparar un nuevo reto: mejorar su marca personal en la Calcenada.


Y así, dejando atrás la frescura del Moncayo, regresamos a la tierra plana, recordando los días pasados en el Alto Isuela. 

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