Los últimos copos habían caído hacía unos días pero las bajas temperaturas permitieron que disfrutaramos de unas estampas plenamente invernales en la cara oculta del Moncayo. Las cunetas de la umbría del río acumuluban nieve mientras que El Cabezo brillaba de inmaculado blanco frente a las farolas de Purujosa. En las calles estrechas donde no entra el sol permanecía la nieve helada. En Calcena, la gente se arremolinaba en torno a la hoguera, con las castañas asadas calentando las manos.
Sin embargo, como estaba previsto, la subida de las temperaturas el domingo fue notable. Ameneció lloviendo, lo que contribuyó a que la nieve regalara. La lluvia no duró mucho, eran las típicas "fagüeñadas". Así, por la tarde en la ladera norte del Tablado aun quedaba nieve y alli me fui a pasear.
El lunes volvió a amanecer lloviendo y nos tuvimos que despedir de la nieve, hasta la próxima entrada fría.
Hola Ramiro, con tanto frío y nieve nos dio mieditis y decidimos no saltar al otro lado del Moncayo. Nuestro amigo el buitre tampoco nos quiso llevar ;o) A ver si con mejor tiempo...
ResponderEliminarPor cierto, FELICIDADES!!