Vivencias y pensamientos sobre la ruralidad y la vida en el campo desde Purujosa pueblo casi deshabitado a la sombra del Moncayo.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Feliz Navidad y prospero 2012

Ha faltado poco. El premio Gordo de la lotería de Navidad nos ha rozado en la Cara Oculta del Moncayo. Por un número: 58.268 frente a nuestro 50.268.

Ya que no vamos a poder celebrar que somos millonarios, al menos mañana celebraremos la Nochebuena, la fecha en que los cristianos conmemoran el nacimiento de Jesús. Desde el Nido de Águilas del Moncayo queremos felicitar la Navidad a todos nuestros amigos, teniendo un especial recuerdo para los que nos han dejado a lo largo de este año que llega a su fin. Deseamos que el 2012 traiga más alegría a este país sacudido por la crisis, en la que unos cuantos se están lucrando a costa del sufrimiento de muchos.
Como el año pasado, compartimos con todos vosotros una postal de un gran dibujante, mi admirado Teodoro Pérez Bordetas. Una representación ideal de Purujosa realizada digitalmente junto a un portal de Belén dibujado a mano.


¡FELICES FIESTAS!

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Dos visiones del mundo rural: Peyorativa y bucólica.

A raíz de mi entrada respecto a la película La ciudad no es para mí, Santiago Guerrero, mordaz como siempre, publicó un comentario en Facebook con el que coincido plenamente y quisiera compartirlo con tod@s vosotros. Aprovecho para recomendar su blog La verdad nos hará libres. He aquí su reflexión:

Existen dos corrientes igual de estúpidas en torno a la vida en los pueblos y a sus habitantes.

Una , la peyorativa, ejercida por imbéciles con carrera (a veces más de una) que piensan que solo en una ciudad hay vida porque en ella se desarrollan los grandes acontecimientos económicos y culturales que dan fama y prestigio y que están vedados a los habitantes de los pueblos pues, según piensan ellos, la cultura ancestral y la sabiduría de cientos de generaciones, que han generado su propia música, su propia literatura y un conocimiento del medio, que un habitante de ciudad no llegará a entender jamás, no son nada si no están en el catalogo de los gurús de la "cultura" que, por cierto, la mayoría de las veces es pura porquería y nos la venden a precio de oro.


Dos, la bucólica, también suele estar ejercida por imbéciles con carrera (a veces también más de una) que , porque han pasado unas vacaciones relajadas en un bonito pueblo, ya creen que todo el monte es orégano y todo es paz, amor y buen rollito, ignorando que los siglos de convivencia que han creado una cultura ancestral, también han creado odios y rencores que, cocinados en el caldo de cultivo de la sociedad cerrada de un pueblo, han dado lugar a actitudes y comportamientos que pueden hacer la vida imposible a la persona mejor intencionada.

Los pueblos pueden criar personas maravillosas, poco contaminadas de toda la telaraña de comportamientos y actitudes que todo urbanita necesita para sobrevivir en un medio, como la ciudad, donde la puñalada trapera es una forma de saludo, pero también pueden criar (y de hecho lo hacen , como descubren amargamente estos tontosdelnabo del buen rollito) personas tan amargas y duras que creen que el escopetazo a la barriga es la única forma de saludo.

Las dos corrientes de pensamiento son mas falsas que un billete de 300€. Los pueblos no están al margen de la complejidad de la vida con sus luces y sus sombras. Solo crean las suyas propias y si quieres entenderlos o vivir en uno de ellos hay que acercarse a los mismos con la mente y el corazón abiertos, intentando saber lo que son y como son y no diciéndoles nosotros lo que son o como deberían ser. Cuando les aportas algo bueno, sin despreciarlos, ellos lo admiten y te lo agradecen.
Si vas de listo te mandan a cascala y con razón.

Yo que vivo en un pueblo (y estoy encantado de hacerlo) lo se.

martes, 20 de diciembre de 2011

Libro-guía: Ruta de los castillos del Aranda

Si en la anterior entrada hablamos de una biblioteca, hoy vamos a hablar de un libro. Y es que recientemente se presentó en el castillo del Papa Luna de Illueca la obra Descubrir la comarca del Aranda. Ruta de los Castillos. En sus 94 páginas aparecen recopilados los impresionantes castillos de Illueca y Mesones, junto a los más modestos de Aranda, Jarque y Sestrica; y los casi desaparecidos de Oseja, Calcena, Tierga y como no: Purujosa.

En su día me puse en contacto con mi amigo Santiago Cabello, editor, impulsor y autor de la obra, para comunicarle la existencia documental de dos castillos en Purujosa, el del propio pueblo en cuyo solar se levantó mi casa, y el del Tolmo de la Cina. A ambos hicimos referencia Alberto Aguilera y yo en nuestra obra Purujosa. Patrimonio artístico religioso. Parte de los documentos existentes en torno a ambas edificaciones aparecen transcritos en esta obra de carácter divulgativo que permite conocer las fortificaciones que defendieron la raya con Castilla en los valles meridionales del Moncayo.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Ludoteca de las escuelas de Calcena

Las escuelas de Calcena son un edificio sublime, que no se entenderían sino fuera por la acción benefactora de D. Severino Aznar, que había cursado sus primeros estudios en la localidad del Moncayo. Gracias a su patrocinio se levantó este edificio escolar que en la actualidad alberga el Centro de Interpretación del Parque Natural, la biblioteca y la ludoteca.

Gracias a la labor de la Asociación de Amigos de la Villa de Calcena es posible que en un pueblo en el que en invierno no viven ni 50 personas exista una biblioteca funcional, no como muchas que son almacenes de libros, aquí acuden lectores. Precisamente, en uno de estos días que bajo a Calcena a pasar la tarde con mis amigos de la Peña el Ribazo, fuimos a las escuelas.

Lo cierto es que no leímos mucho. Yo ya tengo mi particular selección bibliófila junto al hogar de Purujosa. Bajamos a hacer uso de la ludoteca. Hasta que acudió Dani, rememoramos viejos tiempos echando unas partiditas al V-Rally en los ordenadores. Luego fue el turno del pin-pon y del futbolín. Pasaron las horas sin darnos cuenta. De nuevo, es de agradecer que en esta cara oculta del Moncayo, exista esta oferta de ocio para los jóvenes que regresan al pueblo.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

De Talamantes a las Peñas de Herrera.

Hace dos fines de semana fui a Talamantes. Pero no llegué allí atravesando el Moncayo. Acudí desde la Ribera del Jalón, con mis amigos del club de Montaña Rodanas de Épila en una excursión programada a las Peñas de Herrera. Tenía mucho interés en esta andada porque aun no había recorrido el sendero que sube desde el pueblo hasta las Peñas y me habían hablado muy bien de él. Hoy ya puedo corroborar que es una preciosa excursión.

La propia llegada al pueblo sobrecoge. Tan perdido en las montañas, tan alejado del Huecha. Como cantara el poeta Ángel Petisme “Donde acaba la carretera”. Acurrucado bajo los pinares que descienden de la Tonda, protegido por las ruinas de su castillo templario y teniendo por horizonte los altivos peñascos calizos de Herrera.

La vista desde el caserío es engañosa. Las faldas de las Peñas se ven absolutamente deforestadas, pobres pastizales y cascajares protegen su acceso. Sin embargo, la parte intermedia del barranco de Valdeherrera es preciosa. Junto al pequeño arroyo nos adentramos en un carrascal donde abundan los acebos, poblados de sus características bolas rojas. Se respira humedad a pesar de la sequía de este otoño. Nos desviamos a la fuente del Despeño, a la sombra de unos acebos enormes.

Luego salimos del bosque y alcanzamos la base de las enormes Peñas de Herrera. Los buitres alzan el vuelo. Alcanzamos el collado abierto entre las paredes de dos de las Peñas. Allí nos esperaba mi padre que había subido desde Purujosa. Nos alzamos hasta la Peña más alta en donde encontramos un pequeño aljibe excavado en la propia roca, testigo mudo de aquel antiguo castillo de Ferrellón, que protegiera la frontera entre Aragón y Castilla hace 600 años. Las vistas son sublimes.

En la bajada todavía nos quedó tiempo para coger setas. Sergio se fijó en tres magníficos ejemplares de parasoles (macrolepiota procera). Rebozados están buenísimos. Hacía tres años que no degustaba esta delicia culinaria. Desde luego, puedo decir, que esta excursión me dejó un buen sabor de boca.

domingo, 11 de diciembre de 2011

La ciudad no es para mí

Este domingo en el programa cine de barrio emitieron la clásica película La ciudad no es para mi (1966). Su visionado me trasladó por un momento al Moncayo. Y no solo porque su protagonista, el añorado Paco Martínez Soria, naciera en sus faldas, en la ciudad de Tarazona, donde hoy día un parque honra su memoria. Sino por el mensaje que transmite la cinta: La exaltación de lo rural en detrimento de lo urbano.

En cuanto historiador, me interesa analizar las películas en su contexto histórico. La película refleja el fenómeno del éxodo rural de los años 60, fruto del Plan de Estabilización económica que permitió una mecanización agraria y un crecimiento industrial, es decir, un excedente de mano de obra agrícola y una demanda de mano de obra industrial que se tradujo en una emigración masiva de los pueblos a las ciudades. En ese contexto, se produjo una demonización de los rural identificándolo con atraso. Es significativo que la Real Academia de la Lengua defina “rural” como sinónimo de inculto y tosco.

Sin embargo, esta visión peyorativa del campo tiene raíces más antiguas. Podríamos retrotraernos al siglo XIX, a la literatura costumbrista que dio lugar al “baturrismo”, donde se recurría al tópico de la testarudez y llaneza del aragonés para narrar una historia humorística o moralizante.

En este film se unen ambos conceptos (éxodo rural y baturrismo) pero reinterpretándolos. Paco Martínez Soria, como buen aragonés, sabe reírse de si mismo logrando, gracias a su mordaz socarronería, cambiar los papeles y que el supuesto “paleto del pueblo” sepa dar muchas lecciones a los urbanitas que reniegan de sus raíces. Detrás de ese acento cerrado, se esconden sabías palabras. Yo tampoco reniego de mi acento, al contrario, lo llevo con orgullo, seña de la tierra que me vio nacer, lo cual no me resta ni un ápice de retórica a la hora de rebatir cualquier argumento.

La secuencia inicial es magistral: imágenes aéreas de calles atestadas de coches, el ruido del tráfico, los problemas para aparcar, la ausencia de árboles, pasando por la deshumanización de las relaciones sociales, personas anónimas que se cruzan en pasos de cebra, mientras una voz en off nos explica que en la ciudad hay muchos supermercados y bancos, pero de crédito, no para sentarse. La escena final, no desmerece, el regreso al pueblo del protagonista, donde es recibido por una ronda jotera. Lo dicho, esta película me traslada al Moncayo, me transporta al pueblo.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Nidada en la ermita de San Roque de Calcena

Hace un tiempo hablé de una pareja de colirroyos que había anidado en nuestro balcón (ver aquí) La pareja sacó adelante un polluelo pero tristemente su nido fue destruido. Probablemente se trató de algún temporal de viento dado que su acceso no era sencillo para los depredadores. Esperemos que el año que viene vuelvan a anidar en nuestra casa.

Esto me recuerda un descubrimiento que hicimos en el avituallamiento de la ermita de San Roque de la última Calcenada de Otoño; un nido en una curiosa ubicación: En la antigua pila de agua bendita del templo. En su interior había un solitario huevo.

Los pajaricos entrarían por las ventanas enrejadas que tienen las puertas, convirtiéndose en un auténtico bunker donde sacar su nidada adelante. Sin embargo, los animales no contaban con la presencia de los senderistas. No vimos entrar a los pajarillos en toda la jornada. Sin duda, perdieron su nidada. Como diría el científico: “ejemplo mesoescalar de interferencia antrópica en el proceso de selección natural”. A ver si el año que viene tienen más suerte.

martes, 6 de diciembre de 2011

Adiós Fernando.

Que paradojas tiene el destino. Si en la anterior entrada del blog hablábamos de la longevidad de los vecinos de Purujosa, hoy es preciso hablar justamente de lo contrario, de la tristeza por una perdida. El adiós a un vecino.

Fernando no era nacido en Purujosa pero era un purjosano más. Le gustaba venir a las montañas. Amaba este pueblo. ¡Cuantas rondas han cantado debajo de la parra de los "tapiceros"! En una comunidad tan pequeña, donde todos nos conocemos, la perdida de un vecino genera una honda melancolía. Costará acostumbrarse a su ausencia por las empinadas calles del pueblo. Desde aquí quisiera mandar un fuerte abrazo a su viuda, familiares y amigos. Nuestro ermitaño, el Padre Francisco, rezará por Fernando.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Purujosa, pueblo longevo, pueblo de centenarios.

Se da una circunstancia en esta localidad de la Cara Oculta del Moncayo que es del todo peculiar: Que en un pueblo tan pequeño, donde aun en su periodo de máxima expansión demográfica apenas supero los 400 habitantes, y que en la actualidad tan solo hay medio centenar de vecinos censados, haya tal proporción de personas centenarias.

La semana pasada Saturnino Lumbreras, padre de Aurelio, Lucio, Obdulia y Maribel, cumplió 100 años. A pesar de achaques propios de esa envidiable edad, nos cuentan que goza de una buena memoria. Lo celebró con sus familiares, bisnietos incluidos. Ya su hermano, Cecilio Lumbreras, gozó de una saludable longevidad, cantando jotas con más de 90 años. No son los únicos. La madre de Damián y abuela de nuestro amigo arandino Vicente, Concepción Pérez Orte, tiene 103 años. Y la madre de Pedro y Luís, Gabina Pérez Ibáñez, también cumplirá muy pronto la simbólica cifra de 100 años.

Tres personas con más de cien años en un pueblo tan pequeño es algo excepcional. El Ayuntamiento de Purujosa entregó en su día una placa conmemorativa a Concepción y lo mismo hará con los otros dos afortunados centenarios. Verdaderamente, me gustaría hablar con ellos, entrevistarlos y que me contarán anécdotas de su vida en Purujosa. Dejar testimonio escrito de su memoria. Ya lo dijo el sabio: “Un anciano que muere, es una biblioteca que arde”.