Los japoneses celebran el "hanami", la tradición de observar la belleza de las flores. Normalmente se asocia al cerezo pero no es menos cierto que los almendros son los primeros en anunciar que los días son más largos y que la primavera terminará llegando.
De Japón viajamos a Italia, a la Toscana, región famosa por sus paisajes agrarios, su belleza rural. En Aragón a la comarca del Matarraña se le conoce como la Toscana aragonesa y uno de los elementos predominantes en el paisaje es el almendro. En Huesca hay hasta una ruta del almendro en flor, con espectaculares vistas al castillo de Loarre.
Y de Huesca volamos, ahora si, al Moncayo. Porque cuando en febrero alcanzas el Alto de la Perdiz en el viaje hacia esta Cara Oculta, observas como un precioso anticipo, la sierra de Morata con esas pinceladas de color en sus empinadas laderas, recuerdos de antiguos campos de almendros que siguen floreciendo. Ya en el Frasno, hacia Sabiñán, parece que navegas por un mar blanco y rosa.
Pero es que incluso llegados a Purujosa, donde la altura sin duda condicionaría este cultivo y cuantos años se helarían sin dar producción de almendras, los almendros quieren pintar el paisaje. Desde la fuente de los Rincones a escondidos rincones de la localidad como los que muestro en estas fotografías se visten de colores al tiempo que un concierto de abejorros, abejas y demás insectos alegran nuestros sentidos.
¿Quién dijo que en Purujosa no se podía hacer el "hanami"?
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